Capítulo 9 - Te lo dije

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—¿Cuándo regresarás a la oficina? —preguntó Hugo antes de tomarle al agua.

—Creo que ya iré este Lunes —respondió Raúl.

—Pero no quiero que vayas a seguir con esa presión que te cargabas.

—Intentaré no estresarme tanto, pero no te prometo nada —dijo fingiendo una sonrisa y Hugo lo vio mal—. Es que no es fácil no estresarse, pero me esforzaré por acabar más pronto.

—Bueno, ya dijiste, ¿eh? —lo señaló con el dedo.

—¿De qué hablan, muchachos? —dijo José Luis llegando a la cocina.

—De que Raúl regresará a trabajar el lunes —respondió Hugo.

—¿Enserio, bro? —cuestionó José Luis volteando a ver a Raúl.

—Pues, sí. No puedo estar así toda la vida. Aunque sí me gustaría, pero no es lo justo.

—Parece que ya te estás sintiendo mejor —dijo José Luis alzando las cejas. Hasta bromeas con el trabajo.

—Hoy ha tenido buena actitud —dijo Hugo—. Espero que siga así.

—Yo también espero eso —agregó Raúl—. ¿Ya se fue Melissa?

—Sí.

—Creí que iban a salir y no quedarse aquí —mencionó Hugo.

—Sí, pero quiero cuidar el dinero que tengo mientras que consigo un nuevo empleo, y salir es gastar más.

—Es mi culpa que no tengas trabajo —dijo Raúl.

—Claro que no, Raúl —habló José Luis—. No digas eso, nadie tiene la culpa. Simón, el tío de Melissa, buscaba cualquier pretexto para correrme y ese fue el indicado. Nunca le caí bien.

—Sí, Raúl —comentó Hugo.

—Obviamente tú no tienes la culpa.
No te atormentes con eso, por favor —dijo José Luis a Raúl.

—Es que es la verdad.

—Claro que no, Raúl, métetelo en la cabeza, tú no eres el culpable, ¿ok? —dijo José Luis y Raúl asintió—. Y bueno, ¿ya te sientes bien para ir a trabajar?

—No tan bien como quisiera, pero sí —contestó Raúl—. Y pues alguien tiene que pagar los gastos mientras que encuentras empleo.

—Cierto. Bueno, yo los dejo, ya tengo... —lo interrumpió un bostezo— sueño —terminó José Luis—. Hugo, te quedas en tu casa.

—Gracias —respondió Hugo mientras José Luis se iba—. Y yo mejor ya me voy le dijo a Raúl, también ya tengo sueño.

—Te acompaño a la puerta —le dijo Raúl.

Los dos caminaron a la puerta, se despidieron y Hugo se fue. Raúl fue a su habitación, también tenía sueño y necesitaba dormir.

Pasaron algunos días, Raúl, como dijo, regresó a su trabajo el día lunes.
Llegó el jueves, Raúl se encontraba en la sala de su casa frente a la computadora y José Luis iba bajando las escaleras.

—¿A qué hora llegaste, bro? No me dí cuenta —dijo José Luis a Raúl.

—Hace un rato —contestó Raúl.

—Ya te iba a marcar.

—¿Para qué? —preguntó Raúl curioso.

—Quería invitarte a la pista de hielo a patinar un rato.

—Pues ahora sí te voy a quedar mal. Tengo que terminar esto.

—Raúl, ¿en qué quedamos? Dijiste que ya no ibas a trabajar de más.

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