Capítulo 34 - Momentos del pasado

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En todo ese tiempo Hanna no pudo hablar con José Luis, él ni siquiera la veía.

Ese día llegaron a la ciudad alrededor de las 4 de la tarde. Cada quien se fue a su casa, así que Hanna tampoco ahí pudo hablar con José Luis.

José Luis se fue a su casa y dejó todas sus cosas, luego salió de nuevo. Se dirigió a un centro comercial. A lo lejos miró a alguien conocido, pero no supo distinguir bien, así que se acercó.

—¿Melinna? —le dijo José Luis estando más cerca.

—José Luis, qué milagro —respondió ella.

—Cuánto tiempo —la saludó de beso en la mejilla—. No imaginaba encontrarte aquí. ¿Y Melissa? ¿Cómo está ella?

—Está bien.

—¿Viene contigo?

—No, ella salió a otro lugar.

—¿Veniste sola?

—Así es, tenía unas cosas que comprar.

—¿Me aceptas un café?

—Está bien —asintió con la cabeza.

Melinna no se sentía con toda seguridad de aceptar, pero José Luis había sido su amigo antes de terminar con Melissa, por esa razón aceptó.

Fueron a una cafetería dentro del centro comercial y se la pasaron un buen rato platicando.
Platicando por un rato se contaron cosas que habían pasado en todo el tiempo que no se veían. José Luis no le preguntó nada sobre Melissa hasta un momento.

—¿Crees que Melissa quiera hablar conmigo? —cuestionó algo nervioso.

—¿Para qué quieres hablar con ella?

—Aunque no lo creas, yo la quiero mucho y siento que las cosas hayan terminado así, pero quiera saber que me ha perdonado, escuchar de su boca.

—No tiene caso —respondió con seriedad.

—Por favor, habla con ella —rogó a Melinna.

Ella terminó aceptando, dijo que no prometía nada, pero qué lo intentaría. José Luis se quedó más tranquilo con eso. Intercambiaron números de teléfono.

No platicaron más, Melinna dijo que era tarde y se tenía que ir. Para José Luis también era algo tarde, ya habían cerrado la tienda a la que quería entrar.
Llegó a su casa y en su celular vio que tenía varias llamadas perdidas de Hanna.

—Rayos —dijo en su pensamiento.

Encontró a Raúl ahí, viendo la tele en el sillón de la sala.

—Creí que habías ido por Perry —le dijo Raúl al verlo solo.

—¡Diablos! Perry —cerró los ojos y pasó la mano por su frente—. Lo olvidé por completo. No puede ser.

—¿Entonces a dónde fuiste? ¿Y por qué te ves tan... —analizó un poco— Estresado?

—Deja escribirle un mensaje a Hanna y ya te cuento —respondió José Luis.

Tomó su celular y le escribió.

Perdón por no contestar. Salí y no me di cuenta que mi celular sonaba. Te veo mañana en la oficina.

Miró a Raúl, él lo observaba también.

—¿Qué pasa? —cuestionó Raúl.

—Me encontré a Melinna hace un rato en el centro comercial.

Raúl lo seguía viendo, esperando que dijera algo más.

—No pude evitar recordar —continuó José Luis—. Y sé que de cierta manera estoy ahora con Hanna, pero le pedí que le dijera a Melissa que quiero hablar con ella.

—¿De qué quieres hablar con ella? —cuestionó Raúl con mucho interés.

—Quiero saber cómo está, sí me ha olvidado, si está con alguien más.

—A ver, a ver... —reaccionó sorprendido a su respuesta— ¿Crees que llegar de la nada cuestionando eso está bien?

—Yo la quiero mucho, estoy interesado en saber cómo está.

—La dejaste hace más de un año. Si hayas querido la hubieses buscado antes.

—Raúl, entiéndeme. Ha pasado el tiempo necesario para que ella me haya olvidado, y si regreso ahora puede que seamos amigos.

—¿Y si no es así? —cuestionó con gran seriedad—. ¿Y si lo único que logras es remover los recuerdos y que ella vuelva a sufrir?

—No me hagas esto. Yo no la quiero lastimar.

—Es que no estás seguro de lo que ella siente, no lo puedes saber.

—Por eso Melinna le va a preguntar si quiere platicar conmigo, si no quiere me quedará claro.

Raúl no le dijo más nada. Lo notó un tanto preocupado, cosa que a él le preocupaba. Lo notó cansado, dijo que se iría a dormir y que a él le faltaba, para que también lo hiciera.

Esa noche José Luis pudo dormirse más pronto que la noche anterior, a pesar de lo que pasaba por su mente. Realmente estaba cansado.

Por la mañana, después de arreglarse, se encontró con Raúl antes de salir.

—Solo quiero decirte que siempre puedes contar conmigo —le dijo Raúl antes de salir.

José Luis sabía que podía contar con él, pero le hizo mucho bien escucharlo.

Cuando llegó a la empresa recibió un mensaje de Romina.

Solo quiero confirmar la cita de hoy para ver el salón.

Lo había olvidado por completo.
Faltaba menos de un mes para la gran fiesta de la empresa y todavía no terminaban de ver los detalles.
José Luis respondió.

Te confirmo. Nos vemos allí a las 2.

Entró a su oficina. Su secretaria le dio algunos recados y le dejó algunos pendientes.
En unos minutos le llamó Antonio para decirle que tenía que ir a ver lo de su nuevo puesto. No dudó y salió de ahí a la oficina de Andrade, quien le daría más detalles sobre eso.

Pasó la mañana ocupado, de un lado a otro. Hanna quería hablar con él, pero no logró verle ni el polvo. Pronto salió hacia Romina a ver el salón.

Todo estaba perfecto para la fiesta. Era el lugar ideal para ella. Eran pequeños detalles los que faltaban, el más importante era el salón, que ya lo estaba confirmando.

Romina le dijo que lo más importante ya estaba listo y solo le llamaría en caso de algo importante.

Salieron juntos a comer, José Luis la invitó para celebrar que casi todo estaba listo, más para platicar un rato con ella.

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Notas de la autora

¡Hola! Aquí les dejo el capítulo 34 de la novela. Espero que les guste.
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