Capítulo 28 - Borrachera

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Steven le dio un abrazo a José Luis, ya más tomado que nada.
Y así, siguieron tomando los dos, pensando en los desamores que pasaban.

Se hizo tarde, ya iban a cerrar el bar, pero los muchachos estaban demasiado tomados para conducir. Uno de los meseros les dijo que le hablaran a alguien para que fuera por ellos, o si necesitaban que les pidiera un taxi.
José Luis le dio su celular y le dijo que le hablara a su hermano.
El joven buscó en el teléfono el contacto de Raúl, que ya José Luis le había dicho que era su hermano.
Raúl ya estaba dormido, lo asustó el timbre del celular.
El mesero le dijo lo que sucedía, luego le pasó a José Luis. Le pidió que fuera por ellos, después de decirle dónde estaban. Raúl no lo pensó dos veces; le llamó a un taxi, que tardó más de 10 minutos en llegar a su casa, luego le dijo a dónde lo llevara y se fueron.

No fue nada agradable para Raúl pasar esos momentos con dos hombres ebrios, le pareció incómoda la situación.

José Luis le dio las llaves de su carro a Raúl y le pidió que llevaran a Steven a su casa.
Raúl condujo hasta la casa de los Pérez, ya le había comunicado a Ashley que llevaba a Steven borracho. Ella lo esperaba en la entrada de su casa.

Verdaderamente Steven estaba muy tomado, Raúl tuvo que ayudarle a Ashley a llevarlo hasta su cuarto, intentando no hacer mucho ruido para no despertar a los demás.

—¿Cómo pasó esto? —cuestionó Ashley, después de haber salido de la habitación de Steven.

—Salieron él y José Luis a tomarse "un trago" —remarcó las comillas con sus dedos —, y hace rato me llamaron que estaban muy tomados. También José Luis está muy tomado en el auto.

La verdad era que José sí estaba tomado, pero no tanto como lo estaba Steven.

Ashley rodó los ojos. Luego agradeció a Raúl por haber llevado a su hermano a casa.
Se despidieron y Raúl llevó a José Luis a su casa. Al llegar lo dejó en su cama y a un lado su pijama.

—No creas que todavía te voy a cambiar, lo harás tú solo —lo dijo un tanto molesto y después salió de la habitación.

A Raúl le costó un poco conciliar el sueño después de lo que había sucedido.

A la mañana siguiente, Raúl se levantó temprano, como todos los días, iba saliendo de su cuarto para ir a bañarse cuando encontró a Perry echado a un lado de la puerta, se notaba triste. Raúl lo observó, pensó que tal vez tenía hambre y le dió unas croquetas, y así fue, se puso a comer. Raúl se alistó y fue a la cocina , preparó café y algo de desayunar. Perry lo había seguido desde que se había terminado las croquetas.

Unos minutos más tarde entró José Luis, su cara lo decía todo, ni siquiera saludó. Abrió el refri buscando una cerveza, pero no encontró nada. Entonces agarró café. Se sentó frente a Raúl, él lo observó.

—No piensas decir nada? —cuestionó Raúl.
José Luis lo volteó a ver, mostrando su notoria resaca.

—Hola —dijo José Luis más obligado que nada.

—No me refiero a eso —hizo una pausa —. ¿Por qué tomaste así?

—Lo siento, sé que se me pasó la mano —respondió —. Pero ya tenía tiempo que nadie me invitaba a tomar, y el ambiente era agradable.

—Me preocupé demasiado cuando sonó mi celular. Era muy tarde y tú aún no llegabas, ¿qué querías que pensara?

José Luis se sintió mal de haberle causado esa preocupación. Le pidió disculpas.

—Llévate mi auto —le dijo a Raúl—, no creo ir a la empresa por lo menos por la mañana.

—No te preocupes —respondió Raúl —, Hugo pasará por mí. Ya no ha de tardar —se levantó—. Te dejé el desayuno para que lo calientes. Y a ver si le pones más atención a Perry, que ya se estaba muriendo de hambre.

Fue todo lo que dijo y luego se fue.

José Luis se fue a acostar de nuevo, se sentía un tanto mal por la resaca.

Más tarde se volvió a levantar y se metió a bañar, luego fue a calentar el desayuno. No sentía hambre, pero necesita desayunar. Se preparó un remedio que alguna vez vio que su abuela le hizo a su papá una vez que había tomado mucho. Era algo asqueroso, pero se alivianó un poco.
Se puso lentes oscuros y salió rumbo a la oficina.

Al llegar se fue directamente a su oficina, no quería que se dieran cuenta que apenas había llegado. Pero obviamente no fue posible, alguien le dijo a Ashley que había llegado y sin avisar entró a su oficina cuestionando.

—Ya no le hagas caso a mí hermano de salir a tomar, y menos entre semana —se notaba un poco molesta—. Él casi no toma, pero cuando lo hace no puede parar.

—¿Por qué? —cuestionó José Luis con interés.

—Así es él, le encanta sentir eso —hizo un gesto de incomprensión.

—Te diré lo mismo que a Raúl. Ya había tiempo que nadie me invitaba a eso y como que hacía falta.

—Bueno, pero al menos ya no lo hagan entre semana.

Luego entró Hanna, quería comprobar lo que había escuchado pasar.

—No creía que en realidad habías salido a tomar con Steven, pero tu cara lo dice todo —dijo Hanna al verlo.

Ashley no sabía nada de que ya se hablaban de nuevo, le sorprendió, pero no preguntó nada, solo hizo un gesto de confusión y luego se fue con Hanna para que le explicara todo.

Hanna solo le dijo que el día de la fiesta habían arreglado todo y hablaban de nuevo.

Ashley había empezado a ir a la empresa para irse familiarizado con el trabajo, pues próximamente empezar a trabajar allí.

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Notas de la autora

¡Hola! Espero que se encuentren muy bien. Aquí les dejo el capítulo 28 de la novela, espero que lo disfruten.

Gracias por estar esperando a que actualice. Y sé que no lo hago tan seguido, pero mi tiempo es limitado con todos mis deberes. Espero que comprendan.
Y hoy se cumples 9 años de oír amor, tenía que actualizar.

Enserio espero poderles actualizar más seguido. Estos días he estado escribiendo otras partes de la historia y créanme que se vienen cosas buenas, espérenlas.

Y espero que hayan pasado estas fiestas de la mejor manera y con la mejor compañía, les quiero mucho.

Corazones CompartidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora