Capítulo 7 - En Proceso

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—Es mejor que descanses, mañana me dices, ¿sí?

—Está bien. Tú también te deberías ir a descansar.

—Yo me quedaré hoy contigo, así que me quedo aquí —dijo sentándose en el sillón del cuarto.

—Ahí dormirás incómodo.

—Sí, pero así cuidaré a mi hermanito.

—Hablas como si fuera un niño chiquito —dijo Raúl.

José Luis lo miró serio alzando los ojos.

—Pues sí pareces, y mejor ya duérmete.

—Okay —dijo Raúl y después se giró para cerrar los ojos y dormir.

José Luis se recostó en el sillón y tardó en poderse dormir, ya que ahí era bastante incómodo. Y así pasó la noche, varias veces se despertaba y en ocasiones se levantaba a ver a Raúl.
Al día siguiente, por la mañana, el doctor entró a revisar a Raúl, José Luis ya se encontraba despierto, Raúl no, pero lo despertaron.

—¿Cuándo van a dar de alta a mi hermano? —preguntó José Luis al doctor.

—Hoy en la tarde ya se puede ir —dijo el doctor—, pero es importante que le dé unas recomendaciones y que las cumpla.

—Yo me encargaré de que sí las cumpla —dijo José Luis.

—También falta obtener los resultados de unos estudios. Más al rato se los hago saber.

—Está bien, doctor.

El doctor salió del cuarto quedándose solos Raúl y José Luis.

—José Luis —dijo Raúl sentándose, ya que estaba acostado—, te voy a platicar qué es lo que me pasó.

—¿Quieres hacerlo? —preguntó José Luis, Raúl asintió con la cabeza.

Raúl empezó a contar, pero en eso llegó Hugo y los interrumpió.

—Buenos días —dijo Hugo entrando.

—Buenos días —contestaron los dos.

—¿Cómo sigues, Raúl?

—Ya estoy mejor que ayer, ya no me siento mareado.

—Qué bueno. ¿Interrumpí algo cuando llegué?

—Poquito contestó Raúl, estaba por contarle a José Luis lo que pasó conmigo, decirle cuál es la razón de mi depresión.

—Entonces espero afuera mientras que platican —dijo a punto de salir.

—No, puedes quedarte —dijo Raúl—. Tú sabes lo que pasó, y pues... Me puedes ayudar a contarle todo a José Luis.

—Está bien —contestó Hugo—, me quedo.

—¿Recuerdas a Romina? —preguntó Raúl a José Luis.

—¿La que se casó con Marco Uribe? —cuestionó José Luis.

—Sí, ella —contestó Raúl un poco triste.

—¿Qué hay con ella? —preguntó José Luis confundido.

—Es que... —empezó Raúl, pero se detuvo un poco, suspiró y siguió hablando—. Estoy enamorado de ella.

José Luis se quedó serio y un poco pensativo.

—¿Qué? —José Luis no podía creer lo que escuchaba.

—Estoy enamorado de Romina, y no tuve el valor de decirle lo que sentía por ella antes de que se casara. Y tuvimos algo ella y yo, a escondidas y al igual que ella creía que todo era un juego y por eso no le dije lo que sentía. Ahora me arrepiento muchísimo, y vivo atormentado por esto. Y lo peor es que... —Raúl se detuvo.

—¿Qué es lo peor?

—No puedo seguir —dijo Raúl tapando su cara con sus manos.

—¿Quieres que yo le diga? —mencionó Hugo y Raúl asintió—. Pues resulta que Romina también estaba enamorada de Raúl.

José Luis se quedó serio, a la vez impresionado.

—¿Qué? —cuestionó José Luis confundido—. ¿Cómo suponen eso?

—No es suposición —dijo Hugo, y José Luis lo miró más confundido—. Yo la escuché una vez hablando con otra compañera de eso, pero no le tomé importancia y no dije nada. Después cuando empecé a ver mal a Raúl, me contó todo y yo le dije lo que escuché, pero ya era tarde. Y así como él dijo, ninguno dijo nada de lo que sentía porque ambos pensaron que era un juego.

—¿Ahora entiendes? —dijo Raúl con lágrimas en los ojos—. Pude haberle confesado mi amor, pero no me atreví, fui un cobarde.

—Tranquilo, Raúl —dijo José Luis tratando de consolarlo—, es hora de que salgas adelante y te olvides de ella. Si las cosas terminaron así, lo mejor es que tú sigas tu camino.

—Lo voy a intentar —dijo Raúl muy optimista, aunque a la vez triste.

—Y sabes que cuentas con mi ayuda.

—Y con la mía —dijo Hugo al acercarse un poco más a Raúl.

Poco rato después llegó el doctor con los resultados de los estudios, les dijo que Raúl tenía algunos problemas de salud por no alimentarse correctamente, tales como anemia, defensas y plaquetas bajas, entre otras. El doctor le indicó a Raúl que no hiciera muchos esfuerzos por algunos días y que comiera correctamente, y no tener cambios bruscos de temperatura.

Hugo se despidió de los chicos y se fue a su trabajo.

Más tarde regresaron los padres de José Luis y Raúl. Su mamá se quedó con Raúl y su papá salió de la habitación con José Luis.

—Creo que lo mejor es que Raúl regrese a la casa —dijo su padre a José Luis.
—¿Por qué? —preguntó José Luis.

—Así estaremos al pendiente de él.

—Papá, él ya no es un niño. Aunque actúe como uno, pero no lo es. Debe aprender que la vida no es fácil y que siempre tenemos que hacer esfuerzos. Y eso que hizo no estuvo bien, pero ya lo entendió. Deja que se quede en mi casa, si veo que todo sigue mal con él, yo seré el primero en decir que regrese con ustedes.

—Está bien, dejaremos que se quede contigo.

—¿Se quedan un rato con Raúl? Iré por mi liquidación.

—Sí, Jose, tú tranquilo.

José Luis se fue de ahí hacia la empresa donde trabajaba para recibir su liquidación.

Llegó la tarde y dieron de alta a Raúl. José Luis lo llevó a su casa, ahí los esperaban sus padres y hermanos. Estuvieron un rato acompañándolo.

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Notas de la autora

Hola! Aquí les dejo el capítulo 7 de la novela. Espero que les guste.

Ya imaginaba que Raúl iba a estar así por una mujer?

Yo Amo Corazones Compartidos! Y ustedes?

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