Mientras tanto José Luis se encontraba en su oficina sólo pensando...
Hanna se ve tan hermosa hoy —pensaba José Luis—. Dá las mejores soluciones, brillaba tanto en esa junta... ¡Tengo una idea!
Tomó su teléfono y le marcó a Raúl. Timbró un par de veces y contestó Raúl.
—¡Raúl! ¡Necesito tu ayuda! —dijo José Luis inmediatamente.
—¿Ahora mismo? —cuestionó Raúl.
—¿Estás ocupado?
—Estoy con Ashley.
—Bueno, entonces te veo en la casa —colgó.
Salió de su oficina y lo pensó un rato, pero al final fue a la oficina de Hanna. Sin pedirle permiso alguno entró.
—Hanna —habló José Luis—. Tengo que hablar contigo.
—¿Otra vez, Ortega? Ya te dije que no tengo nada de qué hablar contigo —respondió Hanna, un tanto molesta.
—Tranquila, sólo quiero hablar de Ashley y Raúl.
—A nosotros no nos incumbe lo que pase con ellos.
—No sé tú, pero a mí sí me importa la felicidad de mi hermano. ¿A ti no te importa la de Ashley?
—Claro que sí... ¿A dónde quieres llegar, Ortega?
José Luis sólo intentaba mantener la plática con Hanna, pero no lo consiguio; como siempre, Hanna terminó corriéndolo de su oficina.
Como José Luis no tenía nada más qué hacer ahí por ese día, se fue. Y el rumbo que tomó no fue a su casa, sino con Melissa. Sabía que la encontraría en la empresa donde él trabajaba antes. Respiró profundo y entró a la oficina de Melissa.
—Jos, qué milagro que vienes por estos rumbos —dijo Melissa con bastante entusiasmo.
—Perdóname, Meli —dijo José Luis cabizbajo.
—¿Por qué? —preguntó demasiado confundida.
—Esta no es una visita común. Necesito hablar seriamente contigo.
—Habla ya, José Luis. Me estás asustando.
—Yo te quiero mucho, pero no te quiero lastimar... —respiró profundo. He decidido que lo mejor es terminar.
Melissa se quedó paralizada, sin poder decir ni una sola palabra.
—Sé que soy un tonto —volvió a hablar José Luis—. No sé qué me está pasando, y no te quiero lastimar. Por eso tomé esta decisión.
—¿Pero qué ha pasado? —dijo Melissa, aún sin poder procesar las palabras de José Luis.
—No es nada referente a ti... Yo estoy mal, y no quiero que eso te perjudique. Discúlpame.
—Quiero estar sola, por favor —dijo Melissa un tanto triste.
—Perdón...
—Por favor, José Luis —interrumpió Melissa.
José Luis suspiró y salió de la oficina de Melissa.
¡Rayos! —dijo José Luis en su mente—. No pensé en cómo lo tomaría. Pero esto era lo mejor para ella, no se merece ni serle infiel con el corazón... Porque ya no siento lo que antes sentía por Melissa, ahora mi corazón le pertenece a Hanna... Tristemente.
José Luis se fue directamente a su casa; se sentía confundido, deprimido, triste... Raro. No imaginaba qué sería de su vida.
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Corazones Compartidos
Romance-No puedes negar que me quieres tanto como yo a ti. No tengas miedo, es mejor que hables antes de que sea tarde. Puede que a él hoy lo lastimes con esto, pero es mejor a que lo lastimes toda la vida porque no lo amas. Aún estás a tiempo de decidir n...