EDITADO.
[Libro #1 de la saga "About Werewolves and Witches"]
Scott y Meredith McCall eran adolescentes normales, acostumbrados a la aburrida cotidianidad ofrecida por su ciudad natal, Beacon Hills. Pero todo cambió la noche en que uno de ellos...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
|| Furia.
Al llegar a la zona de las celdas, Matt apunta con su arma al señor Stilinski.
—Siéntese. Su hijo tendrá el honor de esposarlo —decreta, sacando las esposas del bolsillo trasero de su pantalón para luego arrojarselas a Stiles.
Observo a Scott, cuyos labios se mueven sin sonido. Normalmente, podría leer sus labios fácilmente, pero ahora con Matt teniendo control absoluto sobre nosotros, no puedo distinguir sus palabras silenciosas.
El sheriff se sienta en una banca de concreto y extiende la mano izquierda. Stiles se acerca y le pone las esposas. Puedo ver en su cara lo difícil que esto es para él.
—Más ajustado —ordena Matt.
—Haz lo que dice, Stiles —insta el sheriff, preocupado por la seguridad de todos.
Una vez que las esposas están firmemente sujetas, Matt nos obliga a salir. Cuando pasamos por la máquina de dulces, Scott se detiene frente a un pasillo donde hay tres oficiales muertos. Pongo todo de mí para no sollozar.
—¿Vas a matar a todos aquí? —pregunta Scott, intentando razonar con él.
—No, para eso está Jackson. Yo solo pienso en quién quiero muerto y él se encarga del resto —responde Matt, agarrando un mechón de mi cabello con una sonrisa siniestra.
Mis nervios están al límite. La tensión es palpable, y sé que estamos al borde de un enfrentamiento. Mis ojos se encuentran con los de Stiles, que mantiene la mandíbula tan tensa que una vena salta a la vista.
—No te preocupes, Stiles. Ella solo me parece agradable, no es mi tipo —suelta Matt en medio de una sonrisa socarrona—. Caminen.
Avanzamos en silencio, cada paso aumentando mi temor por lo que podría venir a continuación, hasta estar de regreso en la oficina del sheriff.
—No tienes que hacer esto —deja salir Scott, girándose hacia muchacho que ha perdido la cabeza y planea asesinar a sabrá Dios cuántas personas—. Sabemos que no eres una mala persona. Puedes detener esto.