EDITADO.
[Libro #1 de la saga "About Werewolves and Witches"]
Scott y Meredith McCall eran adolescentes normales, acostumbrados a la aburrida cotidianidad ofrecida por su ciudad natal, Beacon Hills. Pero todo cambió la noche en que uno de ellos...
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|| El lagarto asesino es una abominación.
El jugador con el número nueve en su jersey cae de manera horrible al campo al ser embestido por Eddie Obomowitz, un chico con una estatura y complexión bastante ventajosa para el deporte que practica, lo suficiente como para que sus compañeros de equipo le pusieran el apodo de "La Abominación". Los espectadores que apoyan al equipo de los castores, y al sumamente violento jugador número cuarenta y dos, celebran el momento.
Oigo varias exclamaciones del entrenador, y también de algunos espectadores, cuando retiran al jugador nueve del campo, en una camilla. Con él, ya son cuatro los chicos lesionados.
—Este es el partido más violento que he presenciado —mamá enuncia, frotando sus manos con nerviosismo—. Espero que tu hermano sepa mantenerse alejado de ese chico.
—Yo también —murmuro, no preocupada de que Scott vaya a salir lastimado, sino porque el abuelo de Allison está aquí y, si mi hermano decidiera deshacerse de "La Abominación", estaría dándose a sí mismo la sentencia de muerte.
—¿Ese es suyo? —De pronto, un chico con el uniforme de los Ciclones (nuestro equipo) y una cámara fotográfica en mano, se para junto a mi mamá y señala y le toma una fotografía al chico en la camilla cuando los paramédicos que lo cargan pasan frente a nosotros.
Entre tanto, "La Abominación" derriba a otros dos jugadores con extrema facilidad. Yo me encojo un poco en mi lugar ante la agresividad sin fin aparente del chico y lo mucho que sus compañeros celebran cada que nuestro equipo pierde a un jugador.
—No, el mío sigue en el campo. Y mientras estoy aquí, deseo que ojalá hubiera seguido con el tenis —mamá responde, yo la miro a ella y al chico por el rabillo del ojo—. ¿Eres el fotógrafo del anuario?
—No, solo tomo fotos como hobby —el chico sonríe y su mirada se posa sobre mí, algo que me hace sentir un poco incómoda y, por ende, miro mejor a mamá.
—¿Fotos solo de lacrosse o de otras cosas?
—Todo lo que llame mi atención —le contesta a mamá y acto seguido soy cegada por el flash de su cámara.
