EDITADO.
[Libro #1 de la saga "About Werewolves and Witches"]
Scott y Meredith McCall eran adolescentes normales, acostumbrados a la aburrida cotidianidad ofrecida por su ciudad natal, Beacon Hills. Pero todo cambió la noche en que uno de ellos...
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|| Monitor cardiaco.
Han pasado tres días desde que el padre de Allison asesinó brutalmente a un pobre y asustado puma en el estacionamiento de la escuela y desde que una histérica mujer atropelló al sheriff.
Por fortuna, a diferencia del puma, el señor Stilinski se encuentra bien y solo estará bajo prescripción médica hasta el miércoles, ya que el golpe del vehículo fue lo suficientemente fuerte para que le recetaran unos analgésicos para el dolor. Sin embargo, como dije antes, él está bien.
Lo que no esta bien es la amistad de Scott y Stiles, ya que por lo que mi hermano me dijo, el chico de ojos color whiskey no le dirige la palabra. No tengo la menor idea de por qué, pero tampoco es como que me importase mucho cuando Stiles, completamente de la nada, ¡me pidió que me sentara con él en los dos primeros periodos! ¡Diablos! Es todo un sueño hecho realidad.
No quiero sonar como una mala persona, pero me alegra muchísimo que su amistad con mi hermano ande mal. ya que adoro ser el reemplazo de Scott. No es que sea conformista, es solo que ser su reemplazo me da chance de convivir con Stiles y retomar mi plan para enamorarlo. Aunque hasta ahora no hemos intercambiado más que unas cuantas palabras.
Cuando llega el cuarto periodo, vuelvo a poner todo de mí para controlas las mariposas revoloteando en mi estómago y la enorme sonrisa que lucha por formarse en mis labios, pues Stiles me ve en el pasillo y rápidamente se acerca a mí. La hora anterior tuvimos clases diferentes, él taller de carpintería y yo taller de arte.
—Vas a clase de literatura, ¿verdad?
Retengo el aire en mis pulmones. ¿Stiles sabe mi horario? La respuesta llega a mí de inmediato, cuando él señala el libro que abrazo contra mi pecho. Cielos. No sabe mi horario pero pone atención a mi persona, lo cual es igual de bueno. Quiero pellizcarme para asegurarme por enésima ocasión que no estoy soñando, no obstante él me vería hacerlo y lo último que necesito es parecer una loca que va por la vida pellizcándose el brazo.
—Sí, literatura. ¿Tú? —le pregunto a pesar de que ya sé la respuesta.
—También —me dice, haciendo un adorable gesto. Me obligo a no mirarle por un tiempo prolongado mientras caminamos hasta el aula correspondiente—. Allí hay dos lugares —me dice al llegar, señalando dos pupitres casi al final de la fila central.
