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—Nefery perderá la virginidad, Nefery perderá la virginidad—cantaba Ginna mientras hacia un baile ridículo en los pasillos del instituto, la mire mal.

—Cierra la boca Ginna, te escucharan—la regañe avergonzada, odiaba este juego.

— ¿Qué tiene de malo? —me pregunto divertida—. Tienes siete meses para romper todo su corazón.

—Recién es la segunda semana de clases y ya elegimos a nuestra pobre víctima—agrego Lauren contenta—. Y como planeamos, hoy te sentaras con él.

Gire los ojos, fastidiada—. Espero no aburrirme y que no sea un completo idiota.

—Todos los hombres son unos idiotas, Nefer—dijo entre risas Anna—. Absolutamente todos.

—Y asquerosos—concorde con ella—. Son una pérdida de tiempo, un caso perdido.

La campana del comienzo a clases sonó, caminamos hacia el salón mientras reíamos de los chismes que había en el periódico escolar. Recién era la segunda semana de clases y se generaban rumores y chismes como gotas de lluvia en la tormenta.

Las miradas se posicionaban en nosotras, sobretodo en Ginna la cual siempre se vestía de una manera algo provocativa y eso a los chicos los volvía locos. Entramos al salón y como siempre, nos fuimos para el fondo pero Anna me paro.

—Acuérdate del plan—me recordó con una sonrisa, me acaricio la espalda—. Esmérate pequeña.

Reí y me aleje de ella, ellas me susurraron un "suerte" y con la mirada busque a Chandler Riggs. Estaba sentado en el fondo, del lado izquierdo, justo en las ventanas, por suerte había lugar alado suyo. Decidida fui hacia allí y me senté.

Lo mire con una sonrisa—. Hola Chandler—salude—. ¿Te molesta si me siento aquí?

Él me miro serio y se encogió de hombros, para después volver su vista a la ventana.

—Ya te sentaste, es estúpido que me pregustes después de hacerlo—me respondió seco y eso me molesto. Ni siquiera me miraba a la cara, solo miraba hacia la ventana.

Yo sonreí con la comisura de mis labios—. Oh, tienes razón—reí incomoda—. Que estúpida.

—Demasiado—dijo para después sonreír un poco sin mirarme, levante una ceja, enojada.

— ¿Estás diciendo que soy estúpida? —pregunte molesta.

—Tu misma te lo has dicho—respondió cortante.

—Pero que yo me lo diga es diferente.

—No, no lo es.

— ¿Por qué no lo es? A ver, responde, sabelotodo.

—Porque estas reconociendo que eres una estúpida y yo te doy la razón, deberías sentirte halagada, así que ya no me molestes—contraataco mirándome demasiado serio--. Recuerda que tú viniste a sentarte aquí y si te molesta, puedes irte por donde viniste.

Yo solo lo mire irritada para después volver mi vista al frente.

—Eres una maldita pérdida de tiempo—gruñí molesta—. Hombre tenías que ser.

Y después de decir eso, note que en todo el salón se había formado un gran silencio, todos habían contemplado nuestra tonta discusión. Y como había imaginado, esto iba a hacer muy complicado.

—Niños—la secretaria del director había entrado al salón, la atención ya no estaba en nosotros sino en ella—. La profesora Dubois no viene, así que tienen esta hora libre.

Todos asentimos contentos, no tendríamos geografía en la primera hora. Me pare y camine hacia mis amigas las cuales me miraban divertidas.

—Te toco un león que domar—bromeo Ginna—. Tienes que sacar tu lado sexy para atraparlo.

—No tengo lado sexy, Ginna—dije rendida—. Este chico es imposible, hará que me salgan canas verdes.

— ¡Oh, vamos!—hablo Lauren—. Recién es el primer día que lo intentas, no seas pesimista. Tienes siete meses más.

—Tiene razón Lauren—dijo Anna mientras me miraba con una pequeña sonrisa—. Ahora creo que lo correcto es que vayas y le pidas disculpas. Compórtate como lo que eres, una buena chica. Y así se enamorara más rápido.

—No es así nomas, Anna—suspire cansada—. Mi orgullo es demasiado fuerte.

— ¡Vamos Nefer! —Ginna acaricio mi espalda—. Acuerda nuestro pacto. Una disculpas, te comportas como toda una niña buena con él y después, sexo.

Yo solo bufe y me marche de sus mesas para volver a mi mesa con Chandler Riggs el cual mandaba mensajes por su celular, me senté y lo mire.

—Chandler—lo llame, él me miro—. Disculpa, no tuve que tratarte así.

—Qué raro que la delegada peleadora me pida disculpas—dijo mientras volvía su atención a su celular.

—Vamos Chandler, enserio—dije cansada, puse mi mano sobre su hombro y comencé a trazar pequeños círculos en el, él me observo—. No quiero tener problemas con nadie y menos contigo—lo mire con una pequeña sonrisa inocente—. No quiero discutir de vuelta contigo por una estupidez. 

Vi cómo se revolvía nervioso sobre su asiento, sonreí en mi interior con malicia.

—Estas disculpada—me disculpo algo nervioso e incomodo, corrió su hombro—. Y deja de molestarme.

Yo solo sonreí mostrando mis dientes y aleje mi mano, asentí—. Como gustes, Chandler. 

VIRGEN |c.r|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora