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"Querida Nefer:

Si, tal vez te parezca estúpido de mi parte mandarte una carta después de haberte dicho cosas horripilantes que en verdad no quería decirte, sino que fueron productos de mi gran enojo por haberle sido infiel a mi novia. Tampoco sé que no fue solo tu culpa, bueno, en realidad si ha sido tu culpa por haberme besado pero también la mía por haberte seguido el beso, oh porque también casi terminamos acostándonos oh porque estaba disfrutando el momento, pero en fin, mejor no sigo porque sabes que soy un desastre expresándome.

Quería pedirte disculpas, en verdad, lo siento mucho. No quiero que te alejes de mí, de verdad, eres demasiado importante. En estos dos meses te volviste una gran amiga a la que sé que puedo confesarle todo aunque sea una odiosa, pervertida y sarcástica de cabello rebelde con ojos saltones color marrón tierra, pero a la que quiero con el corazón.

No sé si podrás o querrás perdonar a este grandísimo idiota, pero créeme, que este idiota sufre por no estar a tu lado bromeando como todos los días solíamos hacerlo.

Si decides perdonarme te espero en la sala de lectura a las 18:00 pm, estaremos solos, por favor no faltes.

"Para Nefer, de parte de un completo idiota llamado Chandler Riggs."



Cerré el sobre y lo mire una vez más para después sonreír con la comisura de mis labios, significaba que podríamos tener la oportunidad de volver a esa amistad que teníamos y que la apuesta aún seguía en pie.

Guarde el sobre dentro del libro nuevamente y lo cerré, la puerta de la sala se abrió y un despeinado y agitado Chandler entraba buscándome con la mirada, al encontrarme me sonrió con nerviosismo. Vi como dudaba en si sentarse a mi lado o no, así que saque la mochila que estaba encima de la silla y le hice una leve seña con la cabeza de que podía sentarse. Él me sonrió y se sentó, dejo sus cosas a su costado y después me observo, hizo una pequeña sonrisa y yo solo me limite a devolvérsela.


La clase había empezado, escribíamos todo lo que dictaba el profesor. Chandler estaba distraído, lo notaba ya que se perdía varias veces en el dictado, golpeaba su pie contra el suelo notablemente nervioso y se pasaba la mano por el pelo repetidas veces.

Con timidez agarre su mano por debajo de la mesa ganándome su atención, me observo confundido y yo solo le regale una pequeña sonrisa, para después apretar su mano levemente. Él solo sonrió y asintió para después dejar escapar un suspiro y concentrarse en la clase, con una gran sonrisa de oreja a oreja.


Y en las dos horas que pasaron de clase, nuestras manos siguieron unidas, sin separarse por ningún motivo.


VIRGEN |c.r|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora