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Emma Stone como Emma Stone.



Me levante por los besos de Chandler que recorrían mi cuello, sonreí somnolienta y di media vuelta, encontrándome con sus ojos azules.


―Buenos días, mi princesa―saludo plantando un pequeño beso sobre mis labios, yo sonreí.

―Buenos días, amor―me incorpore y me pare, despojando de mi desnudo cuerpo la sábana blanca que lo ocultaba, sentía los ojos de Chandler recorrerlo sin descaro―. Deja de mirarme, me avergüenzas.

―Eso no decías anoche―ataco mirándome con una sonrisa, yo rodé los ojos.

―Anoche es anoche, tonto―agarre sus bóxers del suelo y se los tire en la cara―. Vístete, debemos ir a clases.

―Lo sé, pero no me apetece, quiero seguir con mi linda chica en esta cómoda cama.

―Pero no se puede, vamos, cámbiate―vi como Chandler se paro y camino hacia mi desnudo, mis mejillas se encendieron―. Chandler, vístete.


Él ignoro mi petición y me abrazo por detrás, sentía su miembro contra mi espalda baja, beso una vez más mi cuello.


―No seas aburrida―susurro contra mi cuello, yo me di vuelta y entrelace mis brazos tras su cuello.

―No soy aburrida―me defendí para después besar sus labios, me separe―. Solo soy correcta.

―Pues has algo incorrecto ahora mismo―y al terminar esa oración me beso con intensidad, pasando sus manos por mi cintura.

―Chandler―dije con dificultad entre besos―. Debo ducharme.

―Me ducho contigo si quieres―él se separo y me miro con una gran sonrisa traviesa―. Eso haremos.


Yo solo rodé mis ojos y sonreí, para después asentir.


―Está bien, pero mantén tus manos bajo control.




―Genial Chandler, llegamos tarde―hable con sarcasmo, notablemente molesta.

―También fue tu culpa―se defendió―. Tú me provocaste.

― ¡Tu quisiste ducharte conmigo!

―Pero tú no dijiste nada mientras te hacia festejar―se defendió, mis mejillas se acaloraron.

―Ya basta, ahora debemos crear una buena excusa.


Caminamos rápido por los pasillos hasta llegar a la puerta de la sala de química, golpee dos veces, para después encontrarme con la arrugada cara del profesor Dubois totalmente serio.


―Llegan dos horas tarde―nos miro a ambos con una ceja elevada―. Y juntos, es una gran casualidad, ¿verdad?

―Por supuesto―respondí cabizbaja―. Le pido por favor que nos deje pasar, es la última vez.


El profesor Dubois asintió y se hizo a un lado, nosotros pasamos.


―La próxima vez dejen los actos para la noche donde no tienen que ir corriendo a ningún lado, par de tortolos.


Mis mejillas se encendieron por segunda vez en el día, que gran vergüenza.





Era la hora del receso, estaba sentada con Chandler en nuestra mesa de la cafetería. Mordí mi panecillo una vez más mientras observaba a Chandler que jugueteaba con una cuchara en su vaso con pudding de chocolate.


―Odio el pudding de chocolate―dijo asqueado soltando la cuchara dentro del vaso, lo mire extrañada.

―Todos amamos el pudding de chocolate, debe a ver un porqué.

―Una vez, para la temporada cuatro creo si mal no recuerdo, tuve que hacer repetidas veces una escena donde me sentaba en el tejado y me comía tres kilos de pudding de chocolate―tembló su cara, con una mueca de asco―. Fue una gran tortura, comencé a odiarlo en ese momento.

―Si quieres te lo cambio, el mío es de fresa―le ofrecí con una sonrisa mientras lo ponía en su bandeja, Chandler me sonrió.

―Gracias, mi amor―y puso su pudding en mi bandeja.


Seguimos charlando de su trabajo, de lo que queríamos ser más en el futuro. Hasta que una chica se sienta frente nuestro, la miramos con atención y pude jurar que sentí como mis intestinos se revolvían al ver su cara, era la chica de aquella noche.


―Chandler, debo hablar seriamente contigo―dijo esa chica, mirándolo con seriedad.


Mire a Chandler una vez más, el cual estaba muy nervioso.

¿Qué había pasado para que se ponga de esta forma? 

VIRGEN |c.r|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora