Especial 1

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Capítulo 18


Narra Nicholas

Allí estaba yo, pensativo en la ducha con los ojos cerrados y la cabeza recostada en la pared mientras las gotas de agua resbalaban afanosas por mi piel desnuda. Sin saber que era lo que estaba ocurriendo conmigo, sin entender lo que me estaba pasando. Todo en ese día había sido extraño desde pedir perdón de aquella manera tan particular, invitar a cenar a una mujer con la que no pretendía acostarme, ofrecerme a ayudar a hacer aseo, bailar romántica y apasionadamente con alguien que no me inspiraba pasión, salir huyendo por sentimientos extraños y lo más impactante no lograr excitarme.

Había salido con la intención de encontrar una mujer que calmara mis instintos; En el momento en que puse un pie fuera del departamento la culpa y el desgano me invadieron, de repente ya no quería ir a ningún lado, quería quedarme allí con ella pero tenía que ser sincero me asusté. Me asusté mucho en el momento que las ansias por besarla se hicieron presente y recordé la pesadilla, que en ese instante me resultó más fantasía que un disgusto. Así que huir fue lo más sensato. Caminé por las calles oscuras y frías de Santa María sin un rumbo fijo, divagando entre mis pensamientos sin hallar respuesta a ninguna de las preguntas que surgían; frustrado me encontré a mí mismo adentrándome en un supermercado, buscando casi con desesperación una cajeta de cigarrillos. No estaba en mis planes comprarlos, hacía tiempo que no lo hacía pero esa situación lo ameritaba tanto que mi cerebro había actuado por sí solo llevándome hacia la cura que consideraba más factible.

Me recosté en la pared junto a la puerta del supermercado, allí encendí el primer cigarrillo; mi mente pareció apagarse, todo desapareció, solo concentrándose en aspirar y expulsar el humo. Sin embargo la calma me duró poco, como una lluvia de meteoritos cayó cada recuerdo en mi cabeza. Por esa razón no dudé en encender otro de camino a casa. La nueva recepcionista de la entrada me lanzó miradas lascivas desde mi llegada, no estaba de ánimos pero decidí corresponderle, quizá tan solo de esa manera me quitaba los sinsabores. No fue nada difícil conseguir que Marcie –nombre de la secretaria –se encerrara conmigo en el cuarto de limpieza. Sus manos estaban por todas partes, ninguna de ellas lograba hacerme sentir nada, ninguna de ellas lograba hacerme sentir lo que Luciana había producido momentos atrás con su caricia simple y delicada o con solo su toque en mi piel.

Su trasero era pequeño, nada comparado con el de Luciana. Y aunque los pechos eran más grandes, no se veían más sexis que los de mi compañera de apartamento en aquel sueño y sus besos sin duda alguna no me inspiraban ni un sentimiento diferente al asco –sin mencionar que los de Luciana en la fantasía eran 1 millón mejor –Sí, estaba comparándola con algo imaginario.

- ¿Pasa algo, bebé? –Me preguntó con una voz agudamente irritante.

- Sí, me das asco, zorra –quise decirle pero por el contrario le dije – No, linda. –la besé con fingida pasión, luego lenta y disimuladamente introduje mi mano en el bolsillo de mi pantalón, presioné aquel botón que me sacaría de esa incómoda situación. La de llamada falsa. Siempre supe que aquella aplicación me salvaría. –Lo siento, Linda debo contestar –me alejé un poco y fingí tener una conversación aburrida con mi compañera de piso en la cual ella necesitaba urgente mi ayuda en algo que era penoso de decir. No tenía suficiente imaginación en aquel momento. Así que después de excusarme con Marcie, salí de allí como alma que lleva el diablo, ni siquiera tuve ganas de esperar el ascensor, corrí por las escaleras como si mi vida dependiese de ello y unos escalones antes de llegar a mi piso me detuve, allí me senté y acabé uno a uno con los cigarrillos. ¿qué me estaba sucediendo?

Las preguntas volvieron a mi mente ¿Estaba frustrado sexualmente? ¿Había perdido mi apetito sexual? ¿Me empezaba a gustar Luciana? No, de seguro los extraterrestres me habían secuestrado en la noche y me habían quitado todas las ganas por tener sexo con otras mujeres. ¿Y si Luciana me había hipnotizado para convertirme en un puritano como ella? Y si ella había contactado con los extraterrestres para que me lavaran el cerebro y me quitaran todas las ideas perversas de mi cabeza. Y si de tanto tener sexo en su vida se estaba volviendo impotente y asexual.

Atados al AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora