El karma

4.1K 202 35
                                    

Capítulo 9

 

Mientras Luciana divagaba en su remordimiento, Nicholas intentaba dar explicaciones a los policías que lo arrastraban fuera del apartamento.

–     ¡Luciana! ¡Luciana! ¡Luciana por los dioses de la belleza! ¡Di algo! Explícales que soy inocente –le gritó el chico sacándola de sus pensamientos.

–     ¡Cállate! Tus días como violador han terminado –le dijo uno de los uniformados.

–     ¡Alto! –gritó captando la atención de todos los presentes e ignorando las preguntas de preocupación que le hacía uno de los tantos policías. Tomó aire para intentar deshacerse del nudo en su garganta –esto es un malentendido, él no ha intentado violarme, ha sido una pequeña equi…

–     ¿Quiere usted decir que nos han llamado falsamente otra vez y aparte de eso han armado un escándalo injustificable? –la interrumpió con notable enfado.

–     Eh… sí –contestó Nicholas.

–     ¡No! –contradijo la chica, mirándolo amenazadoramente –nosotros no los hemos llamado, debieron ser los vecinos que lo han malentendido, ven ha sido una equivocación,  así que ya pueden soltarlo y marcharse tranquilos –propuso.

–     Lo siento señorita, pero la última vez que estuvimos aquí fuimos muy claros, con respecto de qué pasaría si volvía a haber una falsa alarma –dijo con un tono molesto y autoritario el que supuso ella que era el jefe, quién bajó su arma, la guardó, se acercó a ella y sin dudarlo puso una esposa en su mano derecha, dándole la vuelta con un ágil movimiento, para colocarle la otra esposa en su mano izquierda, quedando con sus manos atadas en su espalda. –están ustedes detenidos por alteración del orden público y falsas alarmas.

–     ¡¿Pero qué es lo que está haciendo?! ¡No puede llevarme!, esto es injusto, no por favor no me lleve, lo pondrán en mi hoja de vida, por favor… lo sentimos, no volverá a pasar se lo juro… –arrastraron a la chica ignorando sus suplicas.

–     ¡Esperen! Si quiera déjenme colocarme algo de ropa –pidió Nicholas a lo gritos, todos se detuvieron a mirarlo y por un momento se sintió intimidado, acosado y casi violado con la mirada de aquellos, quienes se tomaron unos minutos para pensarlo pero a la final lo escoltaron a la habitación para que pudiese colocarse algo decente. En el camino a la salida se encontraron con el señor Klein, quién estaba un poco enojado y estresado por los escándalos ocurridos pero todos sus malos sentimientos se esfumaron al ver como se llevaban a los chicos, se acercó a ellos sonriendo y le dijo al policía que se los llevara y jamás los dejaran salir. Ambos lo fulminaron con la mirada, Kevin por el contrario dio media vuelta y se fue celebrando, estaba tan aburrido de tenerlos allí y eso que no llevaban ni una semana.

Cinco minutos después ambos iban en la patrulla de la policía, echándose la culpa el uno al otro y discutiendo por cualquier cosa, los patrulleros estaban exhaustos de tanto escuchar sus quejidos, gritos, discusiones, hasta manotones, los chicos callaron cuando la patrulla se detuvo.

–     …es que nuestro auto está fallando, podrías llevarlos a la estación central, nosotros vigilaremos su área –los policías se habían detenido en el camino, para rogarles a otros patrulleros que llevaran a los detenidos a la estación central, ocultando obviamente las verdaderas razones por la cual no podían cumplir con la misión de dejarlos en la estación. Los segundos ajenos a lo que significaba el llevar a los chicos, aceptaron sin pensárselo. No fue hasta que habían recorrido una cuadra que los nuevos patrulleros entendieron la razón real de aquella petición.

Atados al AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora