Capítulo 1
"Cuando no somos capaces ya de cambiar una situación, nos enfrentamos al reto de cambiar nosotros mismos"
Viktor Frankl.
Mi cuerpo descansaba plácidamente boca abajo en el borde de mi gran cama de agua, después de una larga y divertida noche de fiesta, mujeres y alcohol. Había regresado a mi hogar medianamente ebrio alrededor de las 3 de la madrugada, olvidando por completo que ese día tendría que abandonar la mansión en la que había vivido desde mi nacimiento, para comenzar una nueva vida independiente, lejos de mis padres. Recordé aquello justo después de que un fastidioso ruido proveniente de mi despertador resonara a las 7:30 por la inmensa habitación.
Una gran jaqueca producto de tanto alcohol se hizo presente. Solté un gruñido. Aun con los ojos cerrados y la cabeza dándome vueltas, estiré mi mano izquierda fuera de la cama para tomar el bate de béisbol y acabar con el suplicio; Sin dudarlo, lo estampé contra aquel objeto ruidoso haciéndolo callar, dejé caer el bate al suelo y segundos después ya estaba sumido nuevamente en un pesado sueño.
― ¡Nicholas! ―los gritos de mi madre y sus insistentes golpes a la puerta, volvieron a traerme lentamente a la realidad ―. ¡Despierta! Tienes que prepararte.
― ¡Ya voy mamá! ―logré articular aún envuelto en una nube de somnolencia.
―Nicholas, espero realmente que ese 'ya voy' no se convierta en una hora, porque te arrepentirás ―me amenazó. Suspiré frustrado sabiendo que las advertencias de mi progenitora no eran para tomarse a la ligera.
―Sí, mamá, sí. ―respondí más para mí mismo, mientras me preparaba mentalmente para iniciar aquel día que auguraba sería un desastre.
Por un momento pensé en levantarse, juro que lo hice, incluso me tomé la molestia de establecer un debate entre los dos bandos que se habían generado en mi cabeza ante tal difícil decisión, para exponer los puntos en contra y a favor de seguir las instrucciones mi madre. Al final, entre tanta disputa de mis conciencias sumado con la jaqueca que amenazaba con hacer estallar mi cerebro, terminé por mandarlo todo a la mierda y entregarme ―una vez más― a los brazos de Morfeo.
Mi mente se encontraba lejos de aquellas cuatro paredes, viviendo una realidad donde cinco hermosas mujeres exponían ante mí sus cuerpos desnudos, ansiosos por experimentar un placer inigualable que solo yo podía brindarles. Me acerqué a una de ellas...
― ¡Nicholas Reinaldi! te juro que si sigues durmiendo te arrepentirás ―Aquella voz se escuchaba tan lejana que no me importó ignorarla. Lo más importante era atender los deseos de mis bellas damas.
― ¡Vamos, nena! Déjalo ser ―Le supliqué mientras mi boca no le daba ni un segundo de tregua.
El momento no podía ser más perfecto hasta que el agua fría caló hasta en lo más profundo de mi cuerpo. Salté sobre mi cama gritando desconcertado acerca del líquido que amenazaba por ahogarme. Maldije un par de veces antes de buscar con la mirada al responsable de aquel acto tan despiadado, al hallarlo estuve a un segundo de insultarlo, pero rápidamente caí en cuenta que aquellos ojos iracundos que me taladraban pertenecían a mi madre.
Los improperios quedaron atascados en mi garganta.
―Mamá yo... ―ella terminó de vaciar el líquido sobre mí haciendo que volviera a quejarme ― ¡Mamá, ya estaba despierto! ¡Eso no era necesario! ―eso solo sirvió para que dejara caer a propósito la olla en mi cabeza.
ESTÁS LEYENDO
Atados al Amor
HumorNicholas Reinaldi y Luciana Montgomery llevan una vida de felicidad por separado, por vivir casi en polos opuestos nunca se han conocido, hasta que por cosas del destino, una agencia inmobiliaria les vende el mismo. Apartamento y ellos se ven obliga...