Ligeramente embarazada
En mi vida hubo un antes y un después de Nicholas, hemos sido testigos desde el primer momento en que nos conocimos que estuvimos envueltos en un ambiente de personalidades chocantes que nos llevaron a vivir las más extravagantes aventuras. Tenerlo junto a mí ha sido lo mejor y al mismo tiempo lo peor; una constante montaña rusa de sentimientos y emociones, de situaciones de paz y de descontrol que ha hecho de mi vida de lo más entretenido; justo como en este momento mientras lo veo organizando uno de sus tantos locos planes.
—...y así conseguiremos que tus padres no te lleven lejos y nos "obliguen" ... ―hizo comillas con sus dedos —...a casarnos ―lo mire estupefacta. Cuando creía que ya no podía ser más demente, entonces ¡BAM! Se superaba así mismo.
—Estás loco, ni lo sueñes ―le advertí, negando con mi cabeza mientras me alejaba lentamente, pero él conocía mis puntos débiles.
—Eso ya lo sé, hermosa. Confía en mí, va a funcionar ―su cuerpo acorraló el mío y sus labios susurraron seductoramente aquel plan macabro, el cual dicho de aquella manera tan íntima resultaba tentador —¿Qué dices? ―su boca acarició la mía.
—S-sí c-creo que... que es buena idea ―tartamudeé. Nicholas depositó un casto beso en mis labios y se alejó rápidamente celebrando su triunfo.
—¡Perfecto! —dio un brinco mientras aplaudía ―podemos empezar en 5 minutos porque invité a tus padres a comer y les dije que tenías una noticia muy importante que comunicarles —Sacudí mi cabeza saliendo del aturdimiento momentáneo provocado por su cercanía. Espera, ¡¿Qué?!
―¡¿Qué hiciste qué?! —el timbre sonó anunciando la llegada de mis padres. No tuve tiempo de protestar, ni de rechazar aquella descabellada idea, solo seguir la corriente y rezar a Dios de que las cosas no terminaran tan mal. Nicholas abrió la puerta inmediatamente para no dejarme tiempo ni para dudar.
—¡Suegros! Perdón, disculpe... Señor y Señora Mongomary, bienvenidos a nuestra no tan humilde morada —Mis padres correspondieron el saludo de forma seria y cortante.
—Gracias, aunque creo que estás perdiendo el tiempo. No vas a conseguir nada —indicó mi madre, Nicholas fingió no escucharla. Tomaron asiento en el lujoso sofá, mientras yo seguía de pie como estatua, retorciendo mis dedos, arrodillada en medio de plegarias rogando al cielo mentalmente que Nicholas no lo hiciera o que por lo menos no saliera tan mal.
—¡Hija! ¿cómo estás? No te habíamos visto, pareces un fantasma —mamá se levantó de un salto y se acercó a mí para envolverme en sus brazos. Correspondí un poco incomoda ante la situación que se iba a llevar a cabo en ese momento. Ya podía imaginar todo el caos que se desataría cuando Nicholas diera la gran noticia.
Saludé a mi padre de la misma manera y tomé asiento frente a ellos en uno de los sillones mientras que Nick ocupaba otro a mi lado. Su mano alcanzó la mía, dándole un apretón que me brindó la tranquilidad suficiente para enfrentarme a la película dramática que se desarrollaría en unos cuantos minutos.
Permanecí en silencio, conteniendo la respiración de tanto en tanto, mientras mi novio daba su discurso de apertura ante de la estocada final.
―Familia, los he reunido hoy con el único propósito de darles las gracias por aceptarme y acogerme como si fuese su propio hijo...
― ¡Insolente! ¿Cómo te atreves a afirmar tal barbarie? ―protestó la mujer frente a nosotros, luciendo inmediatamente alterada ― ¡jamás te aceptaremos! ―Las que serían las siguientes palabras de mi madre y los argumentos en protesta que saldrían de la boca de Nicholas, quedaron suspendidos en el aire ante el sonido estridente del timbre.
Miré a Nick quién me devolvió la misma mirada de desconcierto. No esperábamos a nadie más, de hecho, yo ni siquiera esperaba tener visitas en ese día. Tomando la iniciativa, me levanté de mi lugar en el momento en que el timbre volvió a resonar por nuestro amplio apartamento. Antes de siquiera tomar el pomo, observé a través de la mirilla de la puerta para saciar cuanto antes mi curiosidad acerca de la identidad de nuestro inesperado visitante. Ahogué un grito cuando advertí no una, sino 5 personas detrás de la madera. Me volteé de inmediato hacia el pelinegro.
― ¡Es tu familia! ―exclamé casi en susurros. El océano pareció querer escapar sus ojos, era notable que no esperaba aquella visita.
El timbre sonó más insistente y no me quedó de otra más que abrir la puerta para recibir a los Reinaldi, al mismo tiempo que en mi interior celebraba su presencia ya que eso aplazaría la descabellada idea de Nick. O al menos eso creía yo.
El ambiente de tensión que se respiraba minutos atrás fue sustituido abruptamente por la eufórica actitud de la familia de mi amado, que entraron con su usual algarabía y alegría.
―Pero que agradable sorpresa ―saludó el señor Reinaldi a mis padres.
―No tan agradable diría yo ―con el mal humor reflejado en su rostro, mi padre aceptó la mano que le ofrecía el padre de Nicholas. Así entre malas miradas y comentarios poco amistosos se saludaron las familias, y terminamos todos acomodados en la gran sala de estar.
―Bueno... ya que estamos todos reunidos, quiero aprovechar para darles una gran noticia... ―me atragante con mi propia saliva, lo que provocó un ataque de tos. Nicholas palmeó mi espalda con suavidad ―Tranquila, querida, todo saldrá bien ―me aseguró y juro que quise creerle, pero conocía a mis progenitores, ellos no se tomarían nada a la ligera.
Sabía que el plan color rosa producto de su imaginación iba a ser un gran fracaso e intente decírselo, no obstante, acalló mi opinión con un beso y una de sus miradas arrebatadoras.
» Como venía diciendo, familia Mongomary y familia Reinaldi, es un orgullo para mí anunciarles que... ¡Estamos embarazados!
Y el caos estalló.
Por un lado, los familiares de Nicholas saltaron de alegría, y por otro, mis padres gritaron indignados. Me mantuve ajena a los comentarios de todos los presentes, sabía que discutían entre ellos, lo veía en las expresiones de su rostro y los movimientos de sus manos, sin embargo, me era imposible escuchar y comprender las palabras que salían de sus bocas. Todo era un completo silencio para mí, mientras percibía como mi corazón se aceleraba tanto como mi respiración.
Estaba entrando en pánico. No, disculpen, estaba teniendo un ataque de pánico.
―¿Luci? ¿Luci, estás bien? ―Layla se dio cuenta de mi estado y se encargó de informarle a Nicholas, quién no dudó en callar a todos de un grito.
― ¡Basta, ya! No ven que es malo para el bebé ―todas las miradas de desviaron hacia mí ―. Amor, mírame, todo está bien. Luci... hermosa, respira ―intenté hacerlo y fallé. El mundo comenzaba a darme vueltas, la vista se volvió borrosa y en menos de diez segundos, me encontraba sumergida en una completa oscuridad.
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HELLOOOOU!
Debo aclarar que estos sucesos ocurren después del capítulo Atados al amor 2 y antes del epilogo. En ese lapso de tiempo y va ligado a las acusaciones que quedaron pendientes.
Besos♥

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Atados al Amor
HumorNicholas Reinaldi y Luciana Montgomery llevan una vida de felicidad por separado, por vivir casi en polos opuestos nunca se han conocido, hasta que por cosas del destino, una agencia inmobiliaria les vende el mismo. Apartamento y ellos se ven obliga...