Noche de mucho romance

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Capítulo 33

En una de mis tantas citas psicológicas hablando de mis tantos problemas personales, aquella mujer me dijo algo que en aquel momento me resultó realmente absurdo pero que en este instante le encontraba todo el sentido, ella había llevado la razón ...

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En una de mis tantas citas psicológicas hablando de mis tantos problemas personales, aquella mujer me dijo algo que en aquel momento me resultó realmente absurdo pero que en este instante le encontraba todo el sentido, ella había llevado la razón todo este tiempo mientras yo me ahogaba en un vaso con agua con un problema que no precisamente tenía que ver conmigo, me había taladrado la cabeza noches enteras cuestionándome la razón de por qué no podía disfrutar del todo las caricias que mi pareja me propiciaba, preguntándome que estaba mal en mí y si se solucionaría una vez que contrajera matrimonio. Sin embargo, nunca durante mis desvelos hallé la respuesta correcta hasta ahora, acostada junto a la persona que menos me esperé en mi vida, quien definitivamente no cumplía con mi prototipo de hombre, disfrutando de algo tan íntimo.

Su rostro apacible y sus respiraciones acompasadas denotaban la profundidad de su sueño mientras yo permanecía despierta dándole vueltas a lo que había ocurrido entre nosotros Lo miré y por primera vez desde que conocimos me atreví a observarlo, a examinarlo más allá de su hermoso físico; fue entonces cuando encontré uno a uno sus defectos y no me disgustaron, me di cuenta que eso lo hacían especial, era lo que realmente me había enamorado de él, luego como añadidura hallé sus cualidades y terminé de caer.

Mis manos acariciaron inconscientemente sus labios rojos –que me hacían querer despertarlo para que siguiera besándome por un rato más –después se deslizaron hasta su torso desnudo, estando allí perdiéndome entre las líneas bronceadas de su pecho, recreé el momento que habíamos pasado.

Por impulso, mi boca se había lanzado a degustar el sabor de su cuello sin saber que aquello sería abrirle las puertas al pecado más carnal. Sus ojos oceánicos reflejaron un mar oscuro incitándome a sumergirme en ellos y yo accedí. Su lengua hizo un recorrido desde mi barbilla hasta mi clavícula provocando un sinfín de nuevas sensaciones en mi cuerpo, no pude evitar suspirar su nombre; Nicholas pareció enloquecer en aquel momento. Buscó mis labios con desesperación para besarlos con intensidad, mi mente quedó en blanco dejando todo a merced del deseo contenido, fue entonces cuando la ropa de alguna empezó a molestarnos mientras el calor aumentaba a cada segundo.

Surgieron de repente unas ganas irrefrenables de arrancarle la ropa y tocar cada parte de su anatomía; por ello mis manos se colaron por debajo de su camiseta para descubrir lo que se ocultaba bajo ella, que muy a pesar de haber visto su torso con anterioridad era la primera vez que lo hacía de esa manera tan lasciva, aquello lo tomó por sorpresa, sin embargo, actuó de inmediato separándose un poco para sacársela por completo. El aire se me quedó atascado en mis pulmones, esto no estaba bien; la nube que afectaba mi razón empezaba a desvanecerse y a hacerme caer en cuenta de la locura que estaba haciendo. Me arrodillé en la cama a unos centímetros de él, Nick percibió mis intenciones de escaparme y se arrodilló a mi lado para impedírmelo.

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