Capitulo siete
Luciana caminaba a paso rápido para salir lo más pronto posible de aquel lugar, pero justo en el momento que atravesaba el umbral fue detenida por varios policías, junto a ellos muerta del miedo estaba la encargada que tiempo atrás había estado coqueteando con Nick.
- Señorita disculpe, no puede salir de aquí sin antes decirnos que ha pasado ¿ha tenido usted algo que ver con el incidente? –antes de que pudiera contestar, alguien respondió por ella.
- Sí, señor, ella y yo no solo estamos involucrados en el incidente, somos los culpables –dijo Nicholas con mucha seguridad.
- ¿Disculpa? –lo miró con estupefacción, para después dirigirse hacia el policía –Señor policía lo que ha pasado allá adentro ha sido toda culpa de este hombre, si es que así se le puede llamar –dijo muy seria con la voz cargada de resentimiento, Nicholas estuvo a punto de reclamar pero ella continuó hablando –si usted quiere podemos ver los videos de la cámara de seguridad, tengo entendido que están por todo el edificio –propuso la chica mirándolo con suficiencia, mientras Nicholas palidecía. El policía asintió con la cabeza para luego dirigirse hacia las oficinas de seguridad pero el chico se le puso en medio del camino, impidiendo que diera paso alguno.
- ¡Espere! Eh… mire… yo, es que yo… -suspiró –no hay necesidad de ver la cinta, yo he sido el culpable de todo –sintió una mezcla de enojo, vergüenza y culpabilidad recorrer todo su cuerpo. Extrañaba su hogar, extrañaba cuando su vida era más fácil, cuando sus padres resolvían todos los problemas en lo que se metía y resolvían todo el caos que causaba, cuando nadaba en billetes y comía como un rey, ahora su dinero era tan escaso que no podía malgastarlo sobornando al policía, su comida era tan limitada que se sentía en una dieta, hasta creía que había bajado 20 kilos.
- ¿Tiene usted una explicación que justifique los hechos? –le preguntó, a lo que Luciana sonrió.
- Sí, ándale y dale tu explicación, apuesto a que enseguida te eximan de los cargos –lo animó con notorio sarcasmo, Nicholas la miró con desagrado.
- Señor policía yo… es que… hace una semana que no estaba con una mujer –mintió, en realidad eran dos días pero nadie lo sabía –y ayer… apareció la mujer perfecta, usted la viera, unos pechos enormes, un cuerpo de infarto, una cara hermosa, es perfecta –el policía lo miraba con interés y le hacía ademanes para motivarlo a seguir, en pocos segundos el chico ya había cogido confianza y empezaba a contar su historia como si se tratara de un acto heroico –llegó a mi casa con lencería, con lencería –recalcó –usted ya se podrá imaginar mi expresión, Dios ya yo estaba emocionado por lo que iba a pasar, pero luego ésta loca mujer –señaló a Luciana –la echó de la casa, dejándome con unas ganas tremendas, las cuales ella no zaceó –el hombre la miró acusatoriamente y ella abrió la boca levemente, mostrándose sorprendida. –al venir aquí ella me dejó solo, momento que aprovechó la belleza del día anterior para seducirme y yo señor no me le pude negar y súmele el hecho de estar en la lavandería y saber que cualquier persona podría entrar y vernos eso levantó mi morbo y aumentó mi calentura, no lo pensé dos veces y la hice mía, pero cometí un pequeño error –se podía jurar que el policía daría lo que fuese en ese momento por tener a su alcance unas palomitas, porque esa historia se ponía cada vez más interesante.
Aquel hombre lo miraba y le recordaba a él en su adolescencia, tan rebelde, tan deseoso de sexo, loco por el alcohol y las mujeres, sintió nostalgia en ese momento, recordar aquellos buenos tiempos, le sonrió al joven cuando terminó de contar su historia, le puso una mano en su hombro.
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Atados al Amor
HumorNicholas Reinaldi y Luciana Montgomery llevan una vida de felicidad por separado, por vivir casi en polos opuestos nunca se han conocido, hasta que por cosas del destino, una agencia inmobiliaria les vende el mismo. Apartamento y ellos se ven obliga...