Wendy y Peter Pan

2.5K 189 15
                                    

Capítulo 34

Antes de que el sol acabara con nuestro amorío la desperté para que nos vistiéramos y cada quién volviera a su correspondiente cama a fingir que no había pasado nada, que tan solo había sido un muy buen sueño cuando en realidad había sido una de l...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Antes de que el sol acabara con nuestro amorío la desperté para que nos vistiéramos y cada quién volviera a su correspondiente cama a fingir que no había pasado nada, que tan solo había sido un muy buen sueño cuando en realidad había sido una de las mejores noches de mi vida. Después de tanto había logrado al menos pasar una noche a su lado, me miré al espejo y me convencí a mí mismo que resignarme con poco estaba bien. Suspiré, luego abrí los ojos espantado al observarme: varios chupetones se esparcían por mi cuello y mi pecho.

- Luciana –sentí sus pasos moverse hasta mi dirección y le abrí la puerta.

- Sí, dime –su cabeza se asomó cautelosa aunque no entendía por qué luego del momento íntimo que habíamos tenido la noche anterior.

- Tengo un problema –ella enfocó su vista donde yo le señalé, abrió la boca sorprendida.

- Lo siento mucho. Yo... –antes de que dijera algo más la besé, debía aprovechar antes de que Alejandro la alejara de mi vida, su boca me suplicó que no volviera a hacerlo, sus ojos en cambio aclamaban por más.

No me molestaba en lo absoluto aquellos chupones, por el contrario me encantaba, era el recuerdo tatuado en mi piel de lo vivido, no obstante, a su futuro esposo no le haría gracia verlos así que debíamos pensar algo de inmediato para que no fuesen tan visibles. Luciana le escribió de inmediato a mi hermana quién acudió como siempre a nuestro rescate con su gran bolso de maquillaje. Ella no hizo ningún comentario al respecto aunque pude sentir su mirada curiosa taladrándome en búsqueda de respuestas y explicaciones que ninguno de los dos le dimos.

- ¡No puedo creer que te acostaras con ella! –me reclamó una vez que estuvimos solos.

- ¡Baja la voz! No es lo que piensas –me defendí –No tuvimos sexo.

- ¿ah no? y entonces esos adornos en el cuello fueron producto de los mosquitos –la fulminé.

- Que graciosita. Solo nos besamos mucho... demasiado y eso fue todo. Te lo juro –Layla no muy convencida me dio el beneficio de la duda. Cuando salimos del baño Alejandro y sus suegros estaban llevándose a Luciana, quién me dirigió una corta mirada cargada de mucho significado antes de marcharse.

Mi familia apareció minutos después con su usual escandalo discutiendo como siempre porque Jack había acabado con las últimas presas de bistec y mamá y Jake no alcanzaron a repetir. Estábamos todos listos para marcharnos con las pocas cosas que habíamos traído, al igual que los Mongomary que ya se acercaban a su auto para partir. Los Reinaldi se despidieron y yo para no quedar como mal educado también tuve que hacerlo, una corta despedida para todos incluyéndola a ella. Di media vuelta, me subí al coche, me coloqué los audífonos y cerré los ojos; me marché sin dedicarle una última mirada.

Atados al AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora