Especial 2

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Capítulo 19

Me encontraba descansado plácidamente en los brazos de Morfeo cuando los rayos de luz me dieron de lleno en el rostro y comenzaron a producirme incomodidad, malhumorada me giré en contra de la luz. Mi cuerpo se acomodó sobre un cuerpo extraño que expedía un aroma delicioso ya conocido para mí. Me acurruqué buscando más calor y más aroma a lo que el cuerpo extraño respondió con un ruido para luego hacer una cárcel con sus brazos alrededor de mí. Inhalé y exhalé con fuerza deleitándome, mis labios rozaron algo cálido lo cual al parecer era el dueño del exquisito olor, así que moví mi cabeza con lentitud palpando con la nariz aquella extensión con el propósito de descifrar qué era. Un gruñido extraño acompañado con una caricia en mi brazo desnudo hizo que mi consciencia pisara tierra, todo mi cuerpo se tensó.

Había alguien durmiendo a mi lado. Abrí los ojos espantada: ¡Estaba durmiendo con un hombre! Mi mente gritó. Yo grité. Él gritó. Y yo lo empujé.

– ¡Por Dios Luciana! ¿No hay una manera más tierna de despertarme? –me dijo desde el suelo –no se... una donde no termine adolorido en el suelo –Nicholas se levantó con dificultad, quejándose y sobándose su espalda baja.

– ¡tú! –lo señalé –estabas aprovechándote de mí inconsciencia. –le grité, estaba enojada, él había cruzado la línea, había invadido mi espacio personal. Siempre lo hacía. Sus acciones me provocaban ganas de acabar con su minúscula vida. Él no me respetaba.

– Mira si me voy aprovechar de una loca como tú –me habló fuerte aun sobándose el golpe. –No dramatices. Además ayer tuve suficiente como para aprovecharme de ti. –Era un asqueroso. Dormí con un asqueroso cerdo pervertido que acababa de acostarse con una cualquiera. –créeme primero viene el apocalipsis zombie antes de que yo ponga mis sucias manos en tu puritano cuerpo –aclaró y luego se adentró en el baño. Solo en ese momento pude respirar tranquila.

Despertar a un lado de un hombre fue un pensamiento que toda la vida me mortificó, sobretodo porque eso significaba que algo más íntimo había ocurrido entre nosotros y ese tipo de intimidad era lo que más me aterraba en la vida. Había sido criada con un pensamiento retrograda, ese en el que tenías que esperar hasta el matrimonio para poder tener un acercamiento más íntimo con tu pareja, tal acercamiento se realizaba bajo los cimientos del amor (nada de lujuria) con el único propósito de procrear para conformar una hermosa familia y sin duda alguna vivir felices para siempre; pero cuando salí al mundo me estrellé de frente contra el siglo XXI en el cual el primer beso era antes de la primera cita justo en el momento en que se conocían y después de la primera cita se avanzaba al acto de "intento de procreación" y digo "intento" porque solo se realizaba con el fin de conseguir placer. Estos choques culturales hicieron que mi insegura mente colapsara creando un trauma que casi me impedía socializar con chicos por miedo al rechazo o burlas por mis creencias, por miedo a que intentaran ese algo que estaba prohibido para mí, por miedo a lo que mis padres dirían, un sinfín de miedos que al unirse producían un pánico del tamaño de la galaxia.

Por esto las pocas veces que había dormido con Nicholas había reaccionado de una manera violenta y esta vez no había sido la excepción. Siempre a la defensiva. Eso añadiendo que él era de ese tipo de chicos al que toda mi vida les hui, esos que tienen una sola neurona que habita en medio de sus piernas y toma desde allí todas las decisiones.

Suspiré. Por acto reflejo levanté las sabanas solo para comprobar que seguía vestida. Así era. Volví a suspirar aliviada. Me puse de pie con rapidez y me dirigí a la cocina para no tener que encontrarme con Nicholas, por lo menos hasta que mis nervios se calmaran. En el trayecto encontré mi celular, al mirar la hora me di cuenta que si no me apresuraba llegaría tarde a mi clase. Me atragante algo de leche con cereal, y corrí a tocarle la puerta al cerdo de mi compañero.

Atados al AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora