Capítulo 35
Era viernes, faltaba un día para la boda. Daba vueltas y vueltas en la cama intentando que Morfeo viniera a por mí, sin embargo, no lo hacía. Layla, quién se había ofrecido voluntariamente a quedarse a dormir conmigo o bueno más bien a asegurarse de que durmiera, se encontraba dándome un discurso motivacional sobre que tendría una vida bellamente feliz con Alejandro, pero, yo por mi parte no había escuchado ni la primera palabra, en mi cabeza solo divagaba un nombre que se escuchaba como en eco en mi consciencia.
Nicholas, Nicholas, Nicholas, Nicholas. Y volvía a empezar.
Nicholas, Nicholas, Nicholas, Nicho...
- ¡Luciana! –parpadeé cuando chasqueó sus dedos frente a mi rostro – ¿estás escuchándome?
- ¿ah? Ah... sí, sí, sí –Layla rodó los ojos –algo sobre... sobre... la señora esta... la de los octillizos –soltó una carcajada ante mi respuesta que ni yo misma sabía de dónde había sacado. Ah, sí, ya recuerdo: estaba imaginando como sería una vida con el pelinegro, de repente aparecieron 2 niños nuestros en la imagen mental que segundos después se convirtieron en 4 y más tarde en 8; a partir de ese número surgió la fantástica idea de pensar cómo sería tener octillizos: 4 Nick Juniors y 4 mini Lucianas con ojos azules corriendo de una lado a otro detrás de su padre hasta derribarlo. Todos con el increíble talento para la música con los cuales formaríamos una banda: The Lick's children. Juntos como una banda familiar de gira por el mundo...
- Deberías llamarlo –ahí estaba la hermana del pelinegro sacándome de nuevo de mi preciosa ensoñación.
- ¿ah? ¿a quién?
- Al futuro vocalista de "The Lick's Children" –abrí los ojos espantada. ¡qué vergüenza! Lo había dicho en voz alta –sip. Lo dijiste en voz alta pero no te preocupes a él le encantará, es muy original. Yo sería su fan. #Childreners ¿te imaginas? –gracias a Dios no era la única con locas fantasías. Layla se levantó de su cama improvisada (un sofá cama) y me lanzó su celular antes de internarse en el baño.
Respiré hondo quinientas mil veces antes de atreverme a encenderlo y buscar su número en los contactos. Tal vez estuviera durmiendo, después de todo faltaban pocos minutos para la media noche, suspiré observando su número, llamarlo tal vez le haría más daño tanto a él como a mí. Puse el celular en la cama en el momento en que Layla salía del baño, me dirigió una mirada reprobatoria al tiempo que tomaba el aparato en sus manos y se atrevía a hacer lo que yo no: presionar el botón verde. Mis ojos se abrieron de par en par, ella sonrió con malicia y me aventó el teléfono una vez para luego salir como alma que lleva el diablo de la habitación. Para cuando quise reaccionar la llamada ya había sido contestada. ¡Bendita Layla!
- ¿Hola? ¿Lay? ¿pasó algo? ¿Aló?
- H-hola... –tartamudeé. Un silencio de ultratumba se estableció en la línea por algunos segundos, creí incluso escuchar los latidos acelerados de su corazón.
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Atados al Amor
HumorNicholas Reinaldi y Luciana Montgomery llevan una vida de felicidad por separado, por vivir casi en polos opuestos nunca se han conocido, hasta que por cosas del destino, una agencia inmobiliaria les vende el mismo. Apartamento y ellos se ven obliga...