Una hora y un caos

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Capítulo 5


"Donde ninguno manda, mandan todos. Donde todos mandan, nadie manda. Es el caos".

Jacques Benigne Bossuet


Luciana se encontraba sentada en una camilla con una máscara de oxígeno en su cara, a su lado Nicholas al igual que ella también llevaba puesta una máscara de oxígeno. Ambos estaban cubiertos de hollín y se lanzaban miradas asesinas cada vez que podían. Los bomberos, la ambulancia, la policía, los antimotines e incluso los antiexplosivos, todos estaban presentes en las afueras del lujoso edificio Calarcón, confusos sin la menor idea de por qué estaban allí.

- Disculpen –Un policía llamó la atención de los jóvenes – ¿ustedes son los dueños del apartamento 1003?

- Sí –contestaron al unísono

- ¿Se puede saber la razón por la que han llamado a todas estas unidades? –preguntó el policía fastidiado

- Todo fue su culpa –dijo rápidamente Nicholas señalando a la chica que estaba a su lado, Luciana lo miró con el ceño fruncido –ella ha intentado quemarme –esta vez su boca se abrió ligeramente, estaba asombrada por la locura que él acaba de decir –Maldito sinvergüenza –pensó. Estuvo a punto de protestar en su defensa pero el Policía habló primero.

- Señorita usted va a tener que acompañarme, lo que ha hecho es un delito grave –le habló seriamente a Luciana, quién se mantuvo en un estado de shock, reaccionó justo en el momento en el que agente tomó una de sus manos para colocarle las esposas.

- ¡¿QUE?! No, no, no, no, eso no es así, ¡yo no he hecho nada! Tiene que escuchar la historia –se defendió.

- Claro yo con mucho gusto se la contaré –intervino Nick antes de que Luciana pudiese decir algo más que arruinara su plan de deshacerse de ella.

- Lo escucho joven –contestó interesado el policía soltándole la mano a la joven.


Flashback

Yo llegué del supermercado con mucha comida, la cual ella me había obligado a comprar.

- Ya llegueeee! –dije en un tono cantarín, intentando ser agradable.

- Lo he notado ¿has traído mi comida imbécil? –me dijo de una forma grosera, yo asentí con un poco de miedo, sus ojos me decían que en algún momento ella me asesinaría –Pues qué esperas para cocinar, idiota –corrí de inmediato a la cocina para hacer lo que ella pedía. Cociné un plato riquísimo y cuando se lo llevé, me llevé un regaño – ¡SOY VEGETARIANA, HIJO DE PUTA! Bueno para nada, no haces las cosas bien, mereces morir por fracasado estúpido –yo corrí instantáneamente a la cocina y Luciana me siguió y aunque usted no lo crea esa mujer demonio tiene más fuerza que yo. Encendió la llave del gas, luego un fósforo, tomó una de mis preciosas y delicadas manos e intentó llevarlas al fuego pero yo con todas mis fuerzas me alejé. Empezamos a forcejear, me tiró al suelo y tomó una escoba en sus manos para tumbar la alarma de incendios. Dijo que me encerraría y dejaría que quemara, regó gasolina y todo empezó a arder en llamas. En un descuido tomé el teléfono y los llamé estaba tan nervioso que mencioné a todas las unidades que me sabía, espero me entiendan.

Terminó su historia con una cara de mártir y Luciana con la cara más desencajada. Aún no le daba crédito a lo que había escuchado, ¿Acaso ese hombre tenía 5 años como para inventar tal mentira? Estaba totalmente descerebrado si creía que el policía le creería.

Atados al AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora