Capitulo XXXV

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Todo estaba listo y ya era el gran día en que Daiki y Sam se iban a casar. Todos en La Mansión estaban contentos con la celebración. Habían preparado la capilla de La Mansión para la ocasión, estaba hermosamente decorada, el jardín también que contenía las mesas con hermosos manteles para la fiesta y los invitados comenzaban a llegar.

Daiki estaba terminando de colocar su corbata, se miró al espejo y se veía algo nervioso. Era un poco extraño el sentimiento que sentía que en un momento se había preguntado si en verdad se iba a casar y si estaba bien hacerlo. Dejaría de ser aquel hombre que no le importaba ser infiel y dedicarse a su esposo ahora. Lo ilusionaba la idea de que iba a tener una familia ahora, su propia familia. Convencería a Sam de adoptar un hijo ya que a Sam no le gustan los niños, pero, Daiki es amante de los pequeños y si fueran de él los amaría aun más.

Se puso perfume y se colocó el saco, escuchó la puerta y fue a abrirla.

-Los invitados están llegando y... - se silenció un momento al ver a Daiki, lo analizó con la mirada de arriba a bajo y no lo podía creer -Te ves muy guapo - dijo con su cara roja desviando la mirada.

-Ya estoy listo- contestó mirando a Jun que no le devolvía la mirada - Muchas gracias, tú también te ves muy lindo en traje, es primera vez que te veo con uno - le da una sonrisa saliendo de la habitación y al ver que Jun no lo sigue se detiene y se voltea a mirarlo -¿Vamos? - le dice y Jun sale de sus pensamientos algo nervioso y lo sigue sin decir nada.

Daiki le había sorprendido que Jun estaba ahí, pero también se sentía feliz de compartir aquel momento con él, ya las cosas habían quedado claras entre ellos o eso él creía.

Habían llegado hasta la capilla, Kou era uno de los padrinos y estaba esperando a Daiki mientras hablaba con el juez. Kou al verlo le sonrió y le hizo seña que se acercará ya que ahí debía esperar hasta que empezara la ceremonia.

Las ansias comían Daiki, quería ver a Sam y no quería que nada arruinará este momento que era solo de ellos dos.

El tiempo pasó y los invitados llegaban en masa, Daiki no conocía casi a ninguno sólo a los que vivían en la Mansión, no le dio mucha importancia al asunto pero su mente divagó por un momento y pensó en Len. Se había encargado para que no asistiera a la boda y debía agradecerle a Eiichi por eso. Le hubiera encantado que Eiichi estuviera con él en ese día pero las circunstancias no lo permitieron.

Iba a invitar a Irving pero sería una descortesía haber hecho eso sabiendo las cosas que hacía con él y tampoco creía que Irving iba aceptar ir.

Se escuchó una música de fondo la cual sacó a Daiki de sus pensamientos, Kury tenía una sonrisa de oreja a oreja al mirar a Daiki, era como si estaba orgulloso de algo. Todos voltearon a ver a la entrada sabiendo que iba a entrar el novio y las ansias crecieron en Daiki, era como esos segundos que pasaban durarán una eternidad.

Sus ojos se abrieron como platos al ver a Sam en la entrada sujetado del brazo de Kido, no solo él estaba sorprendido sino, todas las personas que estaban allí también.

No se hubiera imaginado esto, era como si Sam fuera otra persona. Su belleza era inigualable antes los ojos de Daiki y más vestido de esa manera. Tragó el nudo que se le había formado en la garganta mientras veía como avanzaban hacía él, Sam y Kido.

Ahora si que estaba más nervioso que antes, no todos los días podía ver a Sam con un vestido de novia. En realidad parecía una mujer ¿por qué habrá decidido ponerse vestido? Se preguntaba aunque no le molestaba en lo absoluto que lo haya hecho. Le dio una sonrisa al ver que se acercaba y Kido lo miró muy serio.

-Te lo entrego así que cuidado - le dijo Kido con mirada retadora y de advertencia mientras le pasaba la mano de Sam a él.

-Con mi vida - le respondió Daiki entendiendo el mensaje y tomando la mano de su amado mientras Kido le dio una sonrisa y se paró al lado de Kury. - Te ves muy lindo con ese vestido, quiero quitartelo con mi boca - le susurró a Sam mientras miraban hacia el frente esperando que el juez diera comienzo a la ceremonia.

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