CAPÍTULO 17

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—Natalia, Natasha... —La llamó Levka en voz baja, acariciándole la espalda.

Natalia despertó sintiendo las piernas dormidas y un gran dolor en el cuello, levantó el torso, encontrándose a su hermano de cuclillas a su lado.

—¿Te dijo algo el doctor? —susurró desviando la mirada hacia su madre que estaba profundamente dormida, estiró la mano y le tocó la frente—. Aún tiene fiebre.

—No, todavía no tenemos noticias... Ve a la casa y descansa un poco.

Natalia miró su reloj de pulsera que marcaba las 7:25 de la mañana, tan solo había dormido cuatro horas y la angustia seguía dominándola.

—No puedo descansar, se me hace tarde para ir al trabajo.

—Llama al hijo de puta de tu jefe y explícale la situación... Necesitas descansar.

—No puedo Levka, hoy tengo una reunión muy importante, por favor cuida de mamá.

—Ninguna reunión puede ser más importante que tu bienestar.

—Dormí unas horas.

—En una silla —le echó un vistazo a donde todavía estaba sentada—. Eso no es dormir.

—Pediré permiso para salir un poco más temprano... Ahora voy por un café.

—Te acompaño.

—No quiero dejarla sola —le tomó la mano a su madre y las lágrimas empezaban a ahogarle la garganta.

—Solo serán unos minutos, déjame acompañarte.

—Está bien —Se levantó y agarró su cartera, aún llevaba puesta la ropa con la que había ido el día anterior a trabajar.

Justo en el momento en que se despidió de aquella chica que trabajaba en CONSTEC, recibió una llamada de su padre, que le informaba que iba camino a la clínica con su madre.

Inmediatamente corrió al estacionamiento, imaginando cientos de cosas, mientras el corazón le martillaba contra el pecho.

Llegaron a la cafetería y Levka ordenó dos cafés y unas tostadas.

—Levka si no puedes quedarte con mamá...

—Voy a quedarme, Zoe viene en camino.

—¿Y papá?

—Fue a cambiarse, dijo que vendría en un rato.

Llegó el pedido y Natalia vertió un poco de edulcorante a su café, mientras lo revolvía lentamente, miraba el oscuro remolino que formaba en la taza.

—Pensé que ya había pasado lo peor —comentó en voz baja y temblorosa, mientras hacía un esfuerzo sobre humano para retener las lágrimas que le anidaban al filo de los párpados—. No quiero que mamá vuelva a pasar por lo mismo, no merece sufrir tanto —sin poder evitarlo las lágrimas se le desbordaron.

Levka la abrazó y ella rompió en llanto.

—Va a mejorar... sshhh, tranquila Natasha... seguramente es alguna reacción a la quimioterapia, es normal... el doctor dijo que es normal —Intentaba hacer sentir bien a su hermana, pero no podía ocultar su tono de voz ronco.

De manera inevitable, escondió el rostro en el cuello de Natalia y se permitió derramar algunas lágrimas, él también se sentía muy mal, porque un hijo nunca se prepara para ver partir a los padres, aunque en el caso de su madre, ya era una muerte anunciada.

LEY DE TALIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora