Capítulo 2.

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Llevaba más de una hora fuera de casa, se supone que debía despejar la mente pero en vez de eso la he torturado aún más. He caminado por todo el lugar, debo admitir que es un lugar bonito, solo hay un problema: Las personas se quedan viéndome extraño, algo que me gustaba de mi pueblo natal, es que todos me temían, me respetaban por mi carácter y porque la primera vez que se metieron en mi camino -o bueno en el de Haype, pero es lo mismo- golpeé a una chica hasta dejarla inconsciente. No me culpen, ella estaba molestando a Haype y estaba a punto de golperla, y como buena hermana y boxeadora que soy le di su merecido. Merecido que me costó tres semanas sin celular y sin permiso para salir.

Como quisiera que al menos eso hagan, que me castiguen por siempre golpear a alguien, que me regañén cuando hago las cosas mal, que nos sentamos todos los domingos de familia a ver películas y compartir juntos.

Pero nada de eso puede volver a pasar, llevé a mis padres a la muerte y dejé un gran dolor en mi y Haype. ¿Por qué tuve que pedir ir a la playa? ¿Por qué simplemente no la pasamos feliz en casa? No, tuve que arruinarla, como siempre hago. Cada día repito sus imágenes en sus últimos momentos, y la culpa me mata.

Cansada de pensar pude divisar un parque, las personas caminan tranquilamente, otros están sentados observando el paisaje, algunos niños juegan con sus padres. Algo en mi se quebró al verlos tan felices, y para completar de sentirme peor, veo dos niñas gemelas jugando con su madre, es como una imagen de mi y Haype de cuando pequeñas.

¿Por qué justamente debían ser gemelas?

Con un gran nudo en la garganta y un sentimiento de culpa invadiendome, camino hasta el lugar hasta quedar en una banca, es la que estaba más sola y retirada de todas.

Tomé asiento y recosté mi espalda en la fría columna de la banca, cerré los ojos con el rostro hacia el cielo. Solo se escuchaban los niños reír, murmullos de personas hablar entre ellos, y el viento chocando contra mi. Me dejé llevar de la tranquilidad y dejé de pensar en cosas que hacen de mi una mierda más grande.

No sé cuanto tiempo pasó, solo sé que me había quedado dormida, no sé si por minutos u horas, solo sé que desperté por unas risas que se escuchan bastante cercanas.

No quería abrir los ojos, pero tampoco podía permanecer así para siempre. En contra de mi voluntad mis ojos se abren, dejando ver un lugar oscuro con solo las luces en todo lugar del parque y la luz de la luna, frente a mi habían cuatro chicos vestidos de algún juego, creo que fútbol, a decir verdad todos muy atractivo. Había un rubio de ojos verdes sonriendo, otro de pelo castaño y ojos verdes por igual también sonriendo, el siguiente era pelo rojo y ojos miel y por ultimo el más atractivo de todos él que sonríe con arrogancia, pelo negro ojos negros y alto, más alto que los demás.

-Hola. -Saludó el de cabello rojo.

-Es linda. -Murmuró el de cabello castaño.

-No es tu tipo. -Murmuró por igual el rubio.

-Ya callense. -Dijo el de cabello negro. -¿No tienes casa que vienes a dormir aquí?. -Dijo con burla y arrogancia.

Vamos, Hayle, tranquila, no ser grosera, recuerda las palabras de Haype.

Ignorando todos sus comentarios, me puse de piés y le di la espalda para emprender camino a casa. Pero como a Hayle le sale todo mal, unas manos me detuvieron agarrando mi muñeca, justamente la muñeca donde tengo una cicatriz, fue en una pelea con un hombre, el muy asqueroso intentó de abusar de mi y Haype cuando íbamos de camino a casa, habíamos salido de la escuela y para cortar el camino entramos a un lugar solitario. Tomó a Haype e intentaba abusar de ella, Haype gritó fuerte para que la escucharán pero solo se ganó una bofetada de aquel mal nacido, por lo que mi rabia aumento y me balance contra él y lo golpeé en la cabeza con mi puño, pero claro él era un hombre y yo una chica, me golpeó aún más fuerte mientras Haype estaba en él suelo por el golpe, cuando ya no podía más tomé una roca y se la estampe en la cabeza, dejándolo tendido al suelo inconsciente, no sin antes cortar mi muñeca con una navaja repetidamente, gracias a ese imbécil duré tres semanas en un hospital. Pero él no se salio con la suya.

Lifes CrossedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora