Capítulo 60.

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Cuando desperté me lleve la gran sorpresa de encontrarme en otro lugar.

Mis últimos recuerdos fueron escuchar aquella máquina despertar más mi pesadilla, el doctor entrar y decir que deben sacarme dentro de la habitación, policías tomarme, yo golpear policías, la máquina aumentar su ritmo, yo enloquecer y correr a el cuerpo de Hayle, más policías retenerme, y luego una aguja perforar mi piel.

Cerré los ojos tratando de liberar más tensión pero de nada valió. Entonces olvidé un pequeño detalle. Mis ojos se abrieron de golpe dejando ver el techo en mal estado. Me senté en la cama que estaba casi de inmediato donde pude ver el lugar en el que me encontraba.

Una celda.

Encerrado.

Sin poder salir.

Sin Hayle.

Me levanté caminando hasta la puerta cerrada en un intento fallido de abrirla.

—No, no, no. —Empecé a negar con la cabeza chocando de esta en el hierro de la puerta. —Déjenme salir. —Susurre cerrando los ojos y abriéndolos nuevamente. —¡Saquenme de aquí! —Grité sin pudor. Una sombra se fue acercando y luego pude ver un cuerpo uniformado de color gris y un rostro conocido para mi. —Rick,  Rick, debes sacarme de aquí, no puedo estar en prisión, sabes que lo hice en defensa propia. Debo estar junto a ella, junto a Hayle. Sácame por favor. —Empecé a suplicar de una manera extraña. Rick suspiró.

—Lo siento. —Un pedazo más de mi se fué con solo escuchar esas palabras. —Si de mi dependiera te sacaría en este momento, pero no puedo.

—Pero no puedo estar en la cárcel. —Murmuro.

—No es una cárcel... O bueno, algo parecido. Pero no es una cárcel como en una prisión. Estás en un destacamento, es una cárcel preventiva.

—Pero estoy encerrado.

—Solo será hasta sea realizada la investigación.

—¿Y luego qué?

—Se sabe que fue en defensa propia, pero mientras investigaban el caso encontraron sus antecedentes. Ambos corrían en las carreras ilegales y llevaban una rivalidad. Sabes que esto dificulta el caso. Nadie estuvo ahí para testificar que ambos luchaban y tuviste que defenderte de esta manera en donde acabaste con su vida. —Explicó dejando a un lado el término policial.

—Era su vida o la mía, Rick. —Susurré chocando mi frente con el hierro.

—Lo sé, pero se necesitan pruebas.

—¿Que tiempo estaré aquí?

—Todo depende. Es muy probable que no te acusen de asesinato y solo dures el tiempo preventivo.

—Pero igual es mucho. —Levanté la cabeza mirándole a los ojos. —No puedo estar aquí, Rick, necesito estar libre. Debo... Debo seguir junto a Hayle.

—Te sacaré de aquí, pero ahora debo irme. —Entró una mano y tomó mi hombro en señal de apoyo. No le respondí, solo lo vi irse y dejarme solo, encerrado y sin Hayle.

Miré con mayor detenimiento el lugar. Supongo y Rick tenía razón. No es una prisión prisión. Es un destacamento, a una distancia no tan lejos ni tan cerca de mi hay un escritorio con papeles regados, una silla fuera de su lugar, arriba una pequeña televisión donde supongo y el de seguridad se entretiene.

Una vez más choqué mi frente del hierro importandome poco hacerme daño o no.

Esto es malditamente insoportable.

....

Dos horas quizás habían pasado. Luego de cansarme estar de pies y golpear mi cabeza con las rejas, fuí y me dejé caer en la cama de la celda. Había un cuaderno con pocas hojas, lo tomé y fuí haciendo avioncitos de papel mal hecho. Hace una media hora un señor regordete y de bigote extraño llegó y tomó asiento en la silla frente a la mesa y la pequeña televisión. Llegué a pensar miles de manera de como salir de aquí, a tal punto, que quise ser mujer por unos segundos sólo para seducir al regordete y luego hacerlo que me abra la puerta con esa maldita llave que tiene en un trinco de su gastado pantalón gris.

Lifes CrossedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora