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Era una mañana calurosa, el viento recorría los caminos con una suave brisa, las nubes se movían lentamente dando ciertas áreas con sombra. Dentro de la carroza todos se sentían cansados, en especial Adrián quien no parecía estar muy bien, de hecho estaba peor que la mañana anterior. El muchacho se para y camina a una esquina de la carrosa para descansar, se sentó cerca de la ventana para ver el exterior y distraerse.
- No debí usarlo tan pronto. — Dijo en voz baja entrecerrando los ojos. Norunn estaba tomando una siesta muy tranquila en su cuarto.
- ¡MUCHACHOS, VENGAN A VER ESTO! — Repentinamente Leónidas exclama con voz jovial llamándolos.
- ¡ANCIANO HAZ SILENCIO, QUIERO DORMIR! — Despertando de mal humor, Norunn le responde enojada desde su cama.
- Muchachita tonta eso lo haces siempre, en cambio esto es algo único. – Insistía Leónidas.
Las palabras del amable anciano llamaron la atención de Adrián, aunque él estaba con su malestar, se dirigió al frente a ver que tenía tan contento a Leónidas. Cuando saco la cabeza afuera de la carroza, sus ojos se abrieron como recibiendo una fuerte impresión.
- Increíble... Es algo muy hermoso. — Dijo Adrián en voz alta, Norunn lo oyó y bajo apresurada.
- ¡ES HERMOSO! - Se quedó impresionada por el espectáculo frente a ella.
El escenario que tenían en frente, eran unas paredes en paralelo de tres metros de altura, separadas por diez metros una de la otra, estas formaban una especie de camino cuya extensión se perdía a la vista, todas las paredes se encontraban totalmente llenas de buganvilias de color rosa pálido, el suelo también era adornado por los brotes que cayeron, era un espectáculo muy hermoso y que nunca olvidarían en sus vidas.
- Sabía que les encantaría, estas son una clase muy peculiar de buganvilias, sus hojas florecen y caen en poco tiempo. No se sabe cuándo, pero estos muros han estado cubiertos por ellas desde antes que los conquistadores llegaran. Lo que me extraña es que no haya más personas, durante este evento solían venir muchos turistas. — Les comenta Leónidas preocupándose por lo vacío del lugar.
Leónidas se queda con su duda, mientras que ambos jóvenes están asombrados con el escenario. Adrián mira tranquilamente el hermoso paisaje, su molestia se va disipando y sentía su cuerpo en paz.
- Pensaba aprovechar la festividad para divertirnos un rato, pero creo que no se podrá hacer. — Decía Leónidas mientras arreaba a Daniela.
- ¿Y por qué no nos quedamos un rato? Por favor anciano... — Le suplicaba su nieta con una mirada muy tierna.
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CAMINO: Hacia un cielo azul.
FantasyAgradecimientos a @GirlGR por la portada, muchas gracias por el tiempo y esfuerzo que le pusiste. Misteriosas muertes en la ciudad de Ataka, desvelan los misterios de una familia y da inicio a la búsqueda de Adrián... Despertando después de tres año...