Prologo: Tercera Parte - Ruptura

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Nacen los malditos

Estas palabras quedaron grabadas en la mente del guardián, al igual sus descendientes las conocerían:

¡QUE TODA CRIATURA SEPA TODO SOBRE TI... TANTO TU PASADO, PRESENTE O FUTURO... TUS DEBILIDADES O LO QUE MAS TE IMPORTE. TU Y LOS TUYOS NUNCA VOLVERAN A DORMIR EN PAZ, TE CONDENO A TOMAR LA FORMA DE TU ERROR!

El Dios creador del guardián lo obligo a transmigrar, él perdió su forma astral junto con todos sus poderes, para convertirse en un humano común y corriente. 

Desorientado, débil y exhausto se arrastró a su hogar, la mujer que amo no lo reconoció al principio, pero luego se dio cuenta de quién era realmente

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Desorientado, débil y exhausto se arrastró a su hogar, la mujer que amo no lo reconoció al principio, pero luego se dio cuenta de quién era realmente. Por temor a la maldición, el guardián mesclo entre los humanos y estos lo aceptaron.

El que alguna vez defendió lo más valioso en la tierra, ahora era resguardado por los seres más débiles de la misma. Incluso en la desgracia nuevas puertas se le abrieron, el guardián conoció mejor el mundo del hombre en su plenitud.

Pasaron nueve meses y su mujer estaba por dar a luz, él se preparó para este momento, tenía las esperanzas de que su hijo escapara de aquel cruel destino y la maldición muera consigo mismo, pues su creador no sabía que fue concebido cuando el guardián aún era un astral. Ciertamente al nacer el niño era astral, era una pequeña criatura hecha de energía, pero al tocar a su padre la maldición se arrastró hacia él, convirtiéndolo en un recién nacido humano. En su desesperación el guardián tomo un escudo que hizo junto con los hombres, así lo baño en la primera sangre que nació su hijo y lo mezclo con los residuos de la forma astral.

 En su desesperación el guardián tomo un escudo que hizo junto con los hombres, así lo baño en la primera sangre que nació su hijo y lo mezclo con los residuos de la forma astral

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El niño no perdió su forma original del todo, ahora esa energía residía en aquel escudo creando un lazo entre ambos y dándole la oportunidad de defenderse.

Generación tras generación se repitió el mismo proceso, con la evolución de las armas humanas también lo hicieron las suyas, dejando de ser solo para defenderse, ahora también eran para atacar. Uno de ellos logro comprimir la maldición, volviéndola una marca en sus espaldas que cargarían consigo desde entonces.

CAMINO: Hacia un cielo azul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora