Erika.
Tomé mis cosas con cuidado de no hacer mucho ruido. Busqué debajo de la cama hasta encontrar mi ropa interior y me vestí lo más rápido que pude. Miré una vez más al chico acostado sobre su cama, quién dormía plácidamente. No pude evitar sonreír al recordar los sucesos de la noche anterior. El chico desconocido fue todo un tigre en la cama.
Salí de aquel pequeño apartamento sin dejar rastro de mi presencia y caminé unos cuantos metros para llegar a lo que era mi hogar. Debía apresurarme si quería llegar a clases sin retardo.
—Buenos días, Erika. —saludó el portero mientras negaba divertido con la cabeza al ver mi llegada.
—Adam. —respondí el saludo al chico, sonriendo como si acabara de cometer una travesura.
Subí a mi piso y saludé a mi gata, quien apenas abrió sus ojos para luego volver a su sueño profundo.Entré rápidamente a la ducha para retirar el olor a sexo que cubría mi cuerpo y luego empezar a vestir el aburrido uniforme de la escuela.
Salí apresurada a la estación de autobuses mientras trataba de peinar mi corto cabello.
Dicen que el cabello corto requiere poco mantenimiento. Es una vil mentira.
Luego de largos minutos de ser apretada por múltiples cuerpos de desconocidos en el colectivo, logré llegar a la escuela antes de que cerrara sus puertas.
Llegué jadeante al salón de clases, el profesor me miraba ceñudo mientras que yo trataba de recuperar el aliento perdido debido a la movida mañana. Karla, mi amiga, me hizo señas al fondo del salón. Me senté a su lado, dejando caer el bolso sobre la mesa.
—Por poco no llego. —resoplé agotada.
—¿No llegas? Tu expresión dice lo contrario. —señaló pícara con doble sentido. —Podría apostar que ese chico te hizo llegar unas cuantas veces más de lo esperado. —golpeé su hombro para que no dijera cosas innecesarias con un volumen de voz tan alto. —¿Tienes su número?
—Hubiéramos intercambiado números, pero el muy idiota me dejó un asqueroso chupetón aquí. —señalé con desagrado mi abdomen. —Arruinó toda posibilidad de un segundo encuentro. Cambiando de tema... ¿Saliste con la chica de gafas?
Karla mordió su labio, recordando a la perfección su cita con una chica la noche anterior. Lo que pocas personas sabían era que Karla tenía un gusto especial por las chicas, si saben a lo que me refiero.
—Vanessa no se iguala a esa chica en la cama. —comparó con descaro a su novia y a la chica con la que pasó la noche anterior.
—García, Hill, hagan silencio. Comenzaré la clase. —sentenció el hombre adulto con molestia.
Ambas reímos por lo bajo antes de intentar prestar atención a clases. Digo intentar, ya que Karla no paraba de hacer preguntas sobre mi noche anterior.
Y es que, solo había salido con unos cuantos amigos, y entre esos amigos, se encontraba el chico con quien había pasado una noche algo lujuriosa. Nada fuera de lo normal.
Las clases transcurrieron sin ninguna novedad hasta la hora del almuerzo. Mi amiga y yo nos apresuramos en ir al cafetín para lograr conseguir algo de buena comida antes de que la masa de estudiantes llegara y arrasara con todo lo bueno del menú.
—Todo sea por la pizza. —jadeó mi amiga acunando la bandeja de comida entre sus manos.
—Todo sea por la hamburguesa. —imité su gesto.
Nos dirigimos a una mesa vacía y empezamos a comer con tranquilidad.
Justo cuando estaba a punto de comenzar mi comida, un par de manos taparon mis ojos al mismo tiempo que un par de brazos rodeaba mis hombros.
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Mi tímido bailarín.
RomanceErika Hill. Soberbia, engreída, sincera, cauta, y sobre todo, complicada. Puede hacer creer a cualquiera que es callada, pero en realidad solo observa... Observa y analiza, antes de actuar y atacar. Admite ser fría, pero con grandes sentimientos cua...