Capítulo 16

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Chris

Sentí un leve movimiento a mi costado hasta que finalmente desapareció. Abrí mis ojos con pesadez, asustándome de repente al ver una sombra caminar junto a la cama hasta recordar que estaba en la habitación de Erika.

Tapé mi rostro con la sábana, pensando que tal vez solo iría al baño en medio de la madrugada pero conforme el tiempo pasaba, mi sueño se esfumaba al ver que no volvía. Me incorporé lentamente mientras frotaba mis ojos, divisándola rápidamente en el balcón de su habitación.

Arrastré mis pies en la alfombra mientras caminaba hacia ella, rascando mi abdomen con pereza. Fruncí el ceño al ver que se encontraba fumando.

—Lamento haberte despertado. —musitó con sequedad luego de dar una profunda calada a su cigarrillo. —No tenía sueño.

Encendí la lucecita del reloj en mi muñeca solo para ver que no eran ni las tres de la mañana. ¿Había estado despierta todo este tiempo?

— ¿Pasa…. algo? —farfullé entre un largo bostezo.

El sueño se esfumó de cada fibra de mí ser al ver su lánguida mirada. Aún cuando sus ojos eran iluminados por las luces de la ciudad, no había nada en ellos. Estaban vacíos.

— ¿Erika…? —toqué su frío hombro, pero no obtuve mas que un largo suspiro como respuesta. — ¿Sucede algo? —negó con la cabeza mientras la bajaba, dejando que algunos mechones de cabello cayeran por su frente.

—Ve… a la cama, Chris. Quiero estar sola un rato. —pidió en un hilo de voz mientras desviaba la mirada al lado contrario.

Apreté mis labios, sin comprender el porqué se mostrara tan agobiada de repente. ¿O había estado así durante toda la noche y no me había dado cuenta?

—Estás loca si crees que voy a dejarte sola... —bufé somnoliento mientras me apoyaba en el muro junto a ella.

—No estoy usando psicología inversa, idiota, de veras quiero estar sola. —empujó mi torso con ligero desdén.

—Y yo estoy diciendo que no te dejaré sola. —me encogí de hombros, fingiendo estar tranquilo, como si no me hubiera dolido ese pequeño rechazo de su parte.

Entrecerró sus ojos con profundo odio para luego resoplar iracunda, pasando una mano por su cabeza y alborotar su cabello. Me fijé en la manera tan sutil en la que sus manos temblaban, y debí pensar que era a causa del frío, pero por alguna razón esa idea no me convenció del todo.  

— ¿Qué sucede? —pregunté cauto, analizando con cuidado el duro semblante que mostraba.

Abrió su boca, y creí que iba a soltar una buena respuesta cargada de improperios, pero simplemente chasqueó la lengua para nuevamente desviar la mirada. Iba a insistir nuevamente hasta que movió su cabeza en una negativa. Parecía batallar en su mente, y no me daba ningún indicio de pedir ayuda.

Colocó ambas manos en su cabeza, aferrándose a ella con fuerza.

—Vete… —pidió, casi rogó, cerrando sus ojos.

—Has estado lo suficientemente sola para batallar contigo misma, Erika, no me pidas algo tan insensato como eso cuando estoy justo frente a tus narices. —supliqué, tomando sus manos y sintiendo como mi corazón se rompía de a poco al ver el dolor en sus ojos.

Me empujó con fuerza, alejándose de mí instantáneamente. No sabía qué hacer, era la primera vez que veía a alguien de semejante manera y no sabía qué mierdas hacer. Extendí mi mano para llegar a ella, temiendo en mi interior que con un manotazo me alejara, pero mis miedos trastabillaron al ver como tomaba mi mano y se aferraba a ella.

Mi tímido bailarín.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora