Erika
-¿Quién es esta persona tan fea? Mira, sus ojeras son más grandes que antes. Oh... ¿Eso de ahí son arrugas?
-¡Basta, deja de toquetear mi cara! -aparté de un manotazo el dedo índice de Tony de mi rostro. -Lucy no llegará hasta más tarde, ¿por qué coño no te vas y me dejas estudiar en paz?
-Siempre siendo tan dulce, que ternura de mujer. -ironizó. -Qué pereza ir y volver, prefiero quedarme un rato aquí. Por cierto, esa equis no va allí, y ese número no debería ir allí tampoco.
Arrugué la hoja donde estaba haciendo mi tarea y lanzarla a su rostro. Sacudí mi cabello para luego dejar hundir mi cuerpo en el mullido sofá. Froté mi rostro con fuerza antes de lanzar un sonoro bufido de cansancio.
-Se supone que esta semana libre te daría tiempo para dormir, creo que te ves peor...
-Gracias, Tony, gracias...-farfullé, malhumorada por sus comentarios. -No he podido dormir bien... Duermo cinco minutos y despierto, me toma horas volver a conciliar sueño. -masajeé mi sien con cansancio.
Palmeó su regazo, a lo que dudé unos segundos antes de apoyar mi cabeza sobre sus piernas. Sentí sus dedos en mi cabello, acariciando con parsimonia.
-¿Qué pasa? -tragué saliva, ya que sabía que el sujeto era bastante perspicaz cuando se lo proponía.
Tomé una bocanada de aire, encogiéndome en mi lugar.
-No es nada. -me limité a responder, cerrando mis ojos.
-Lucy me contó que estás mas difícil... -habló con cautela.
-Para Lucy, siempre estoy peor, no importa lo que haga. -gruñí con molestia. -Solo acaricia y calla, Tony. -escuché una leve risa de su parte mientras cumplía la orden.
Aunque en realidad, no había podido dormir solo por pensar en las fuertes discusiones que había tenido con Lucy últimamente. Cualquier cosa servía como incentivo para gritos e insultos, y estaba segura de que eso no estaba bien.
Estaba segura de que... El momento que más temía había llegado. El momento en que sería un estorbo para ella. Y su constante mal humor no hacía más que confirmar mis sospechas. Pero aún no podía irme así como así. Si me iba, tendría que dejar la escuela ya que ella es quien paga la matrícula mientras yo me encargo de pagar mas de la mitad de servicios.
Un pequeño sueldo no alcanzaría para cubrir todos los gastos si incluyo la maldita matrícula tan costosa en esa escuela. El pagar lo que me correspondía en servicios y mantener llena la alacena era algo que quitaba más del ochenta por ciento de mi salario. Con suerte llegaba a fin de mes.
-¿Qué sucedió con el chico de rizos? Lucy me dijo que gracias a el no retiró tu paga.
-Ni lo menciones. -chisté, incorporándome de un salto. -Hoy huí de él durante toda la jornada escolar, no sé cómo mirarlo a la cara después de haber hecho eso. Y es que no sé que tipo de brujería uso para convencer a esa mujer. Es decir, estoy agradecida con el y toda la cosa, pero han pasado tantas cosas extrañas entre nosotros, que agradecerle así como si nada se me hace rarísimo, hombre. -lancé un vómito de palabras, sosteniendo mi cabeza.
-Cuidarlo en su estado de ebriedad no es algo taaan raro. -acotó entre risas al ver mi claro estado de frustración.
-Es que... No sé. Creo que siente algo por mí. Ni si quiera me conoce y me mira tan soñador, parece una puta quinceañera. -agité mi mano en el aire. -Actuar tan casual para ser su amiga... No sé si eso es lo que quiera, agh, mi cabeza... -bramé ocultando mi cara en un cojín debido al insistente dolor de cabeza que me azotaba desde temprano.
ESTÁS LEYENDO
Mi tímido bailarín.
Roman d'amourErika Hill. Soberbia, engreída, sincera, cauta, y sobre todo, complicada. Puede hacer creer a cualquiera que es callada, pero en realidad solo observa... Observa y analiza, antes de actuar y atacar. Admite ser fría, pero con grandes sentimientos cua...