Capítulo 15

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Erika

—Developpé… Perfecto… Con suavidad, bien. —bostecé sonoramente mientras veía al grupo de Chris practicar. — ¿Te aburres, Erika? —preguntó la coreógrafa, extrañamente divertida al ver mi cansancio.

Me encogí en mi lugar, optando por una postura más cómoda.

¿Cómo me habían dejado entrar al estudio y poder ver las prácticas en las que mi chico bailaba? Según la coreógrafa, tengo una mirada crítica, perfecta para poner bajo presión a los bailarines.

Lo cual no comprendía en absoluto ya que lo único interesante de esos aburridos ensayos era Chris bailando. Iba por el, no para poner a prueba su gente.

Si tan solo uno de los bailarines no hubiera dicho algo tan estúpido como: «Su mirada me incomoda». No estaría aquí bajo el pedido de la aparentemente estricta coreógrafa.

No entendía qué rayos bailaban, tampoco entendía lo que querían representar, solo me interesaba concentrarme en mi bailarín. Aún cuando habían pasado varios días de ser la “observadora” no me aburría de verle bailar. Al contrario, con el pasar del tiempo me fijaba en la manera con la que Chris empezaba a abrirse cada vez más a mí.

Ya no balbuceaba, ya no me desviaba la mirada y… Bueno, seguía sonrojándose y comportándose tímidamente pero la diferencia era bastante notoria, al menos para mí.

Me puse de pie y caminé hacia la salida del estudio ya que estaba, literalmente, empezando a quedarme dormida allí sentada en el frío y duro piso de madera.

Faltaban pocos minutos para que el arduo ensayo finalizara por lo que no me perdería de mucho. En cuanto salí a la calle, me estremecí ligeramente debido al frío.

Saqué un cigarrillo y lo encendí, cerrando mis ojos al disfrutar de la nicotina llenando mis pulmones, calmándome sutilmente.

Las ultimas semanas habían sido terriblemente agotadoras, no solo físicos, sino también mental, espiritual. Los exámenes habían sido más exigentes de lo que había pensado, y aunque estaba segura de que los aprobaría todos, el cansancio generado por las arduas horas de estudio, unidas a las horas de trabajo, eran realmente fatigantes.

Y no solo eso, estaba el tema de tener que ver a Chris a la cara y ocultarle en sus narices el hecho de que su madre le es infiel a su padre.

Luego de hablar con esa… mujer, no tuve mas remedio que mantenerme callada, aunque no perdí ante ella al colocar mis condiciones para mantener el secreto, obligándole a dejar de ser tan esquiva conmigo.

¿Realmente valía la pena mantener el secreto para ganarme su aceptación y estar con su hijo? No lo sabía, de veras, no lo sabía.

Chris adoraba a su familia y el amor que aparentaban el uno por el otro, me sentía jodidamente terrible al saber que todo estaba a un paso de desaparecer. Y saber eso simplemente colocaba un terrible peso sobre mis hombros.

Mi cabeza empezó a doler con intensidad, haciendo que mordiera la colilla del segundo cigarrillo que encendía. Necesitaba despejar mi mente, relajarme, pero no sabía cómo rayos hacerlo, nunca me había sentido tan agobiada y estresada como en ese instante.

Lo cual nunca pensé posible ya que había estado acostumbrada a estar las veinticuatro horas del día con la cabeza a punto de estallar debido a tantas preocupaciones.

En cuanto divisé al grupo de Chris salir del estudio, no tardé en encontrar su rizada cabellera entre el montón. Sonreí en agradecimiento al ver que traía mi bolso en su hombro, aunque no permitió que lo sostuviera, cosa que agradecí en silencio.

Mi tímido bailarín.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora