Capítulo 5

12.8K 786 313
                                    

Erika.

Apagué el insistente pitido del despertador y cubrí mi cabeza con la almohada. No quería ir a la escuela. Esta semana no había transcurrido como me hubiera gustado. Reprobé un examen de matemáticas, fui castigada más de dos veces por la señora Lair, y me quedé dormida en tres clases diferentes.

Por suerte hoy era viernes, luego de hoy tendría todo el fin de semana para mi provecho personal. Me moví en la cama, arropando mi cuerpo con el edredón. Fruncí mi ceño al sentir una extraña sensación en mi entrepierna.

Maldije por lo bajo incorporándome para ver la escena del crimen bajo mis sábanas.

Genial. Me vino… Excelente manera de culminar mi semana de mierda. Hurra.

Luego de ducharme rápidamente y desayunar tomé una pastilla para el terrible dolor de espalda que me estaba matando. Retiré las sábanas del colchón y las lancé al cesto de ropa sucia para luego dejar comida para mi pequeña compañera felina.

Karla me esperaba pacientemente sentada en un pequeño banco frente a la escuela. En cuanto me vio se puso de pie con esa típica sonrisa en su rostro.

Las clases comenzaron con monotonía. Deberes, informes, exámenes, tantas cosas para las cuales debía dedicar tiempo y esfuerzo para mantener mi promedio académico en su punto adecuado.

En cuanto mi clase favorita, historia, comenzó. La vieja regordeta que se había ganado mi odio y desprecio en tan poco tiempo, interrumpió la clase.

—Vengo por Erika Hill. —anunció a la profesora.

—No he hecho nada malo. —intervine claramente molesta ante su interrupción.

—Solo quiero hablar contigo. —mantuvo su postura con altanería.

—¿Tiene que ser ahora? ¿Por qué no espera a que la clase termine? Eso una total falta de respeto hacia la profesora July que usted interrumpa su clase. —comenté haciendo que la aludida riera con disimulo ante mi actitud.

—¿Podrías dejar de retarme, y venir conmigo? —zanjó sin una pizca de paciencia.

Lancé mi lápiz con furia contenida sobre el cuaderno antes de levantarme y seguir a la mujer. Caminaba con un andar realmente ridículo, moviéndose de lado a lado, como si sus pies no soportaran cargar su propio peso. Llegamos a la cafetería que se encontraba vacía, lo cual me sorprendió ya que esperaba ir a su oficina y ser sermoneada por el simple hecho de existir.

—¿Y bien…? ¿Hablaremos o miraremos la sucia mesa? —pregunté impaciente al ver que no decía palabra alguna.

Juntó sus manos sobre la mesa, mostrando esa molesta expresión de superioridad.

—Investigué un poco sobre ti… —escuchar esas palabras solo hizo que mi furia aumentara. Cerré mis puños con fuerza, sintiendo mis uñas clavarse en mis palmas.

—No necesito su lastima, señora. —siseé recordando un sinfín de palabras y ejercicios en mi cabeza para apaciguar mi ira.

—No es lástima. —corrigió manteniendo su postura. —Es increíble que una chica haya tenido que pasar por eso, a una edad tan joven. Y, a pesar de todo, mantenerse relativamente…  bien.

—¿Relativamente bien? ¿Acaso debo caer en las drogas? ¿Embarazarme? ¿Dejar la escuela? ¿Suicidarme? ¿Qué demonios espera? ¿Por quién carajos me toma?

—Será mejor que te calmes…

—¿Que me calme? ¡Y una mierda! —me levanté haciendo que la silla cayera haciendo un sonido estrepitoso.

Mi tímido bailarín.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora