Chris.
Nunca en mi vida hubiera pensado que me encontraría en una situación tan embarazosa.
—Como si estuvieras teniendo sexo, Chris, tienes que ponerle sazón y sabor a la cosa. —imitaba los movimiento del sujeto mientras escuchaba las limpias carcajadas de Erika a mis espaldas.
Miré su rostro enrojecido por la diversión mientras trataba de acomodar las botellas en su lugar.
¿Cómo habíamos pasado de un precioso encuentro a... esto?
—Erika no va a hacer que la sensualidad crezca, concéntrate, Chris. —demandó aquel sujeto calvo mientras continuaba con los movimientos de cadera. —Pero tampoco pongas esa cara, hombre, parece que fueras un violador. —explicó con exagerados ademanes de sus manos.
—Pero es hip-hop… —murmuré, viendo al desagradable manera en la que se movía.
Podría apostar que lo hacía de esa manera solo para incomodarme.
—El hip-hop es de calle, hermano, la calle es lujuria, fuerza, rudeza y peligro, comencemos con la lujuria y luego vamos a lo peligroso. —empujó mi hombro, incitándome a que continuara con el baile.
Incluso podía escuchar las carcajadas del Dj que ponía las canciones para nosotros antes de que abrieran al público.
Tony, el calvo, me explicaba con tanto ensañamiento que dudé unos segundos para saber si hablaba en serio o era broma.
El tipo parecía una serpiente bailando...
Es decir, ¿cómo pretendía que lo tomara en serio cuando vestía un impoluto traje y bailaba de esa manera tan… absurda?
Y además, éramos los únicos imbéciles en la gigantesca pista de baile.
—¡No lo molestes más, gerente! —gritó una chica entre risas. —Deja que Erika le de un buen polvo para que aprenda sensualidad. —el tipo rió por lo bajo mientras detenía aquel ridículo baile.
El sujetó pasó una mano por su cabeza sudada mientras me daba entender con unas sonrisa que todo aquello había sido una estúpida broma.
—¡Es hora de abrir! —aplaudió al aire, haciendo que todos alrededor optaran una postura mas seria, sin borrar la sonrisa de su rostro debido al espectáculo montando hace pocos segundos. —Puedes quedarte en la sala de trabajadores, los lunes son tranquilos pero eso no quita el hecho de ser menor de edad. —empujó mi frente con su dedo índice.
—Debo irme. —farfullé, aún molesto por su bromita de mal gusto.
Erika me hizo una seña para que le siguiera a la pequeña sala de descanso, donde había una puerta para salir por la parte trasera del local.
—Espera… —detuvo mi andar al colocar una mano en mi antebrazo en cuanto entramos a la sala. —Lamento haberte evitado durante toda la mañana. —rascó su nuca, mostrando una ligera mueca. —Tuve un mal inicio de semana y… bueno. —se encogió de hombros, haciendo una expresión de culpa.
—No te preocupes. —no podía siquiera molestarme.
No cuando dejaba a un lado esas duras facciones solo para mostrarse mas afable hacia mí, no cuando dejaba de ser esa chica con mirada dura para mostrarse natural conmigo, no cuando poseía esa magnética mirada que me tenía a su completa merced.
Pero a pesar de mi absurdo y ciego enamoramiento, no podía evitar preocuparme por ella. Siempre que quitaba esa fachada de chica dura, veía un deje de tristeza en su mirada que no me agradaba en absoluto.
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Mi tímido bailarín.
RomanceErika Hill. Soberbia, engreída, sincera, cauta, y sobre todo, complicada. Puede hacer creer a cualquiera que es callada, pero en realidad solo observa... Observa y analiza, antes de actuar y atacar. Admite ser fría, pero con grandes sentimientos cua...