Capítulo 6

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Chris.

Fruncí el ceño al mismo tiempo que sentía como mi brazo empezaba a acalambrarse. Gruñí con cansancio tomando una almohada para tapar mi rostro.

Arrugué la nariz al olfatear una fina capa de polvo, provocando un estornudo involuntario.

Sentí como un peso sobre mi brazo empezaba a removerse lentamente. Giré mi cabeza con cansancio para ver qué rayos sucedía con mi brazo, encontrándome con una cabellera perfectamente conocida.

Erika se removió nuevamente abriendo sus ojos, incorporándose enseguida. Parpadeé aturdido sin dar crédito a lo que mis ojos veían. Se levantó arrastrando sus pies hacia el baño para luego encerrarse en el sin decir palabra alguna.

Froté mi rostro para tratar de salir de mi ensoñación, sin tener éxito alguno. Miré la habitación en la que me encontraba percatándome de lo obvio. No estaba en mi habitación. Aunque lo más importante sería preguntarse...

-Son las ocho... Dormimos unas tres horas... -balbuceó Erika entre bostezos. -¿Qué? -preguntó frunciendo el ceño al ver mi clara expresión de confusión.

-¿Qué...? -arrugó su entrecejo antes de retirar la cortina de la ventana.

Refunfuñé por lo bajo al sentir un fuerte dolor de cabeza apenas dejó entrar la luz del sol. Tragué saliva, sintiendo un espantoso ardor en mi garganta por hacer algo tan simple como tragar. Sentí una extraña sensación en mi cuerpo por lo que retiré el edredón para descubrir mi cuerpo cubierto solo por mi ropa interior.

-¿Pero qué...?

-Luces algo desorientado. -comentó Erika con intriga. De repente una sonrisa ladeada curvó sus labios antes de subirse a la cama y gatear hacia mí. -¿No recuerdas nada de anoche, cierto? Fuiste un animal en la cama, Chris. -ronroneó demasiado cerca de mi cuello.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo al mismo tiempo que me derretía el simple hecho de sentir su aliento en un área tan sensible.

Se alejó en un santiamén empezando a lanzar el resto de mi ropa a los pies de la cama.

-Vístete o tu virginidad desaparecerá. Puedes lavarte en el baño. -señaló una puerta detrás de ella. -Y... Cuando salgas debemos hablar.

Lo último me dejó helado. Salió del dormitorio dejándome sin palabras. Me vestí rápidamente para luego entrar al baño, fijándome en mi desagradable apariencia. Oriné con algo de dificultad debido al pequeño inconveniente matutino entre mis piernas antes de asearme un poco.

-Bebe esto, te ayudará con tu pequeña resaca. -comentó apenas salí de la habitación. -¿Quieres café? -negué con la cabeza luego de beber el extraño líquido. -¿Un poco de té, tal vez? ¿No? Bueno, allí hay algo de comida para ti. -señaló el comedor.

Me senté con algo de nerviosismo, empezando a comer bajo la constante mirada de Erika quien solo consumía café acompañado de un cigarrillo. Realmente no tenía apetito, sin embargo, no quería cruzar palabras con ella.

¿Y si hicimos algo...? No recordaba absolutamente nada de lo ocurrido anoche.

-¿Qué querías decirme? -me aventuré a preguntar con un ligero nudo en la garganta debido a los nervios.

Exhaló el espeso humo del cigarro hacia un lado antes de posar su fría mirada sobre mí. Tenía el rostro completamente limpio, sin una pizca de maquillaje, aún así se veía hermosa.

Aunque... ¿Eso de su mejilla era un moretón?¿Qué rayos había sucedido anoche? No recordaba nada en absoluto.

-¿T-Tus padres no se enfadarán si me ven aquí...? -negó con la cabeza, dando una profunda calada a su cigarrillo para acabarlo en su totalidad. Apagó la colilla en el cenicero frente a ella.

Mi tímido bailarín.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora