Erika
—¿Sabes? Me encantan los cumpleaños, y sobre todo el tuyo. Dices que no lo celebras pero uso esa excusa para traer pastel y comerlo yo solito. Aunque lamento haberlo traído tan tarde, había olvidado la fecha exacta de tu cumpleaños.
Miraba a la nada, mientras Adam continuaba hablando cosas que realmente me tenían sin cuidado.
—Hasta la señora Pizza quiere, ¿cierto querida? Oh, mira como relame sus bigotes, cosa preciosa...
—Adam, cállate. —bufé cansada de su ridículo teatro.
—No pagues tu ira conmigo, mujer, te traje pastel. —se defendió. —¿Desde cuándo no se hablan? —su ridículo tono había adquirido un tono serio.
Dejé caer mi espalda de lleno al sofá, dando una profunda y larga calada al cigarrillo al mismo tiempo que cerraba mis ojos.
—Diecisiete días. —murmuré exhalando el humo. —Nos ignoramos en la escuela, no me llama, no me escribe... —bufé cansada, pasando una mano por mi cabello. —Me vio en mi peor momento... No me sorprende su alejamiento. —jugué distraída con la colilla del cigarrillo, tratando de fingir desinterés en la distancia que había nacido entre Chris y yo desde aquel día.
—Eso dice mucho de él... —dijo con notable enfado. —Se que te duele Erika, no serás mas débil solo por sentir decepción por ese mocoso, así que no finjas —tensé la mandíbula al mismo tiempo que frotaba mi rostro con ambas manos.
¿Dónde había quedado el chico que prometió cuidarme, atesorarme? A un lado, cuando me lanzó al vacío, ahí quedó.
—No te hubiera mencionado nada del asunto con tu madre si ibas a ponerte de esa manera...
—Los gemelos también me lo advirtieron cuando los enfrenté. —interrumpí escueta.
Adam era primo de Carlos, el mediocre detective recién graduado que había contratado Chris. Y, como el mundo es un pañuelo, todo se terminó exponiendo, así como lo que pretendía ocultar Chris. Cuando Adam me mencionó el asunto, sería estúpido decir que no me impresionó, aunque aún no sabía si en el buen sentido, o en el malo. El punto era que no pude oprimir ese impulso morboso que me obligó a seguir a Chris para desenmascararlo.
Vi mis manos, cuyo temblor se había hecho parte de ellas en los últimos días. Estuve tan cerca... Pero había escuchado información sobre el papeleo de una orden de alejamiento, impuesta por la familia de esa mujer... Me valía mil hectáreas de mierda si ella no quería verme, no rogaría su perdón o que si quiera me mirase, suficiente espectáculo había hecho con mi ridículo estallido.
—Erika, por el amor de Dios, deja de torturarte. —espetó Adam, obligándome a quitar la manos de mi rostro por su abrupto tono. —¡Ese mocoso ni siquiera tuvo las bolas para hacerse cargo del embrollo que él mismo causó! —señaló a la nada. —¿No crees que hizo mas que suficiente con meterse en tu vida privada? Se nota a kilómetros que ese niño es un imbécil e inmaduro que no conoce límites.
Fruncí el ceño, ya que, aunque seguía algo afectada con el improvisto comportamiento de Chris, eso no quería decir que le odiara. Solo... Estaba decepcionada, de que resultase ser como los demás. Huir cuando las cosas se ponen agudas. No debería sorprenderme, pero aun así... Duele.
—¡Él esta muy tranquilo en este momento mientras tú afrontas todo esto, sola! —continúa. —¿Crees que no te escuché llorar anoche? Erika, removió tu pasado, eso que ni tu te atrevías a tocar, y déjame decirte que no lo hizo de la mejor manera. Y no importa cuánto ridículo cariño haya de por medio, si no es capaz de resistir junto a ti, no merece siquiera que lo mires.
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Mi tímido bailarín.
RomanceErika Hill. Soberbia, engreída, sincera, cauta, y sobre todo, complicada. Puede hacer creer a cualquiera que es callada, pero en realidad solo observa... Observa y analiza, antes de actuar y atacar. Admite ser fría, pero con grandes sentimientos cua...