Erika.
—Menudo teatro tienes montado para mantener con vida el interés de Chris hacia ti. —bufó Karla, mal humorada. —Lo que haces está mal, Erika, y lo sabes. Chris sonríe como un idiota cuando te ve, ni disimula. Y tú le echas leña al fuego correspondiéndole sin siquiera sentir lo mismo.
Tensé mi mandíbula mientras echaba leche al tazón repleto de cereal.
—Hasta los gemelos se percataron de que estás siendo demasiado amable, si ellos se llegan a enterar de que estás planeando jugar con Chris como lo hiciste con Evan, no solo romperás el corazón de Chris. Dañarás nuestra amistad con Evan y Ethan.
—Primero: no jugué con Evan, ya que es mejor como amigo que como novio. —aclaré, irritada. —Segundo: ¿De verdad crees que Chris está enamorado de mí? ¿Sabes cuántos chicos he visto con esa misma mirada y han hecho cosas peores? El diablo fue ángel antes de ser lo que es, así que no me vengas con que ese chico es ta inocente como aparenta ser. —agregué mientras tomaba mi tazón y me sentaba sobre el sofá para encender la televisión.
—Pues transformarás el ángel en demonio si le haces eso. —sermoneó apagando el televisor. —¿Se ha sentido bien cuando juegan contigo? No, ¿cierto? ¿Por qué quieres continuar con ese ciclo sin fin?
—¿Ciclo sin fin? ¿Con que moral me das esos sermones cuando tú apenas y puedes ser fiel por una semana? Jugaste con Vanesa, con la confianza de esa chica durante todo un año. —señalé a la nada, como si la susodicha estuviera presente.-Si yo estoy mal, tú también estás en el mismo barco, nena.
Entrecerró sus ojos antes de resoplar sonoramente y dejarse caer a mi lado.
—Somos unas perras... —murmuró, quejumbrosa. —La pasaremos mal cuando nos enamoremos de verdad, ¿lo sabes, cierto? En al vida todo se devuelve, y aún así jugamos con los sentimientos.—Lo sé... —musité, consciente de la realidad. —Solo promete que te casarás conmigo a los cincuenta si no tengo pareja para ese entonces.
—¿Cincuenta? Seremos unas ancianas. —golpeó mi brazo, riendo por lo bajo.
—Seremos unas cuarentonas sexys, amiga, debemos mantener el legado el mayor tiempo posible antes de sentar cabeza. Así, cuando estemos arrugadas a los cincuenta y hayamos disfrutado de la vida, qué mejor manera de tenernos como plan de respaldo. —se aferró a mi brazo, tomando mi cucharilla para comer un poco de cereal con leche.
—Nunca dejaremos de ser amigas, ¿cierto? Ni el karma ni nadie nos podrán separar. —farfulló, con la boca repleta de comida. Apoyé mi cabeza sobre la suya, disfrutando del agradable momento.
—Nadie. —aseguré, tomando un bocado.
—¿A qué hora viene Chris por ti? —miré el reloj en mi muñeca, abriendo mis ojos como platos al ver que tenía menos de una hora para arreglarme. Salté rápidamente, corriendo a mi habitación. —¡Busca la blusa roja y el leggins negro del closet, por favor! —pedí a mi amiga mientras entraba al baño para darme una ducha.
—¿Leggins negro? ¿Cuál de tantos? —le oí preguntar mientras rebuscaba entre prenda y prenda. — ¿Y qué pasa con el trabajo?
—¿Cómo que cuál? Pues el que me levanta el culo. —dije obvia, procurando que el champú no cayera al interior de mi boca. —Avisé que llegaría algo tarde.
Sequé mi cuerpo frotando la toalla con violencia, mientras buscaba el secador de cabello entre el desastre que tenía en el interior de los cajones en el mueble del baño. Karla entró con la ropa interior entre sus manos, a lo que enarqué una ceja ante la elección de prendas.
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Mi tímido bailarín.
RomanceErika Hill. Soberbia, engreída, sincera, cauta, y sobre todo, complicada. Puede hacer creer a cualquiera que es callada, pero en realidad solo observa... Observa y analiza, antes de actuar y atacar. Admite ser fría, pero con grandes sentimientos cua...