Capítulo 25

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Erika

No recordaba haberme sentido tan nerviosa antes, como aquella noche.

—Pasa... —invité a Chris, quien ingresó a mi apartamento mostrándose igual o más nervioso que yo.

Una vez adentro, ambos nos mirábamos de reojo, como dos niños que no sabían como actuar frente a la persona que querían. Él fue el primero en sonreír, tomando mi manos entre sus sudorosas palmas, provocando una leve risa en mí.

Me miraba con sus claros ojos cargados de increíble cariño, como si no hubiera nada mas precioso en esta vida como la relación que intentábamos sostener. Retiró un mechón de cabello de mi frente, inclinando su cabeza para mirarme con mas atención.

—Eres muy linda... —miré mi atuendo poco agraciado y recordé que no tenía maquillaje, por lo que simplemente reí por lo bajo y caminé al comedor. —¿Eso de ahí son cervezas? —rodé los ojos ante su tono despectivo.

—Eso de ahí, son las mejores cervezas que probarás en tu vida. —defendí las cervezas que me habían costado un riñón y un ojo de la cara. —Recuerda,nos espera una larga noche. —le miré de reojo.

Habíamos decidido sincerarnos de una buena vez. Luego de aquellos inconvenientes de confianza y comunicación, no quería darme el lujo de que por mis ridículos problemas todo se arruinara.

Nos desnudaríamos el alma, y eso me calaba hasta lo mas hondo por temer en lo peor.

—No tienes que contarme nada si no quieres. —murmuró.

—Calla y ponte cómodo. —intenté calmar la leve tensión del ambiente. —¿Ya cenaste? —asintió con la cabeza, dejando su bolso sobre el sofá.

Aproveché ese nanosegundo de distracción para dejar salir un tenso suspiro con discreción. ¿Realmente estaba bien contarle todo? Es decir, imaginar confiar plenamente en él me causaba extrema ansiedad, incluso había fumado media caja de cigarros antes de que llegara.

De repente me abrazó desde atrás, juntando su mejilla con la mía mientras me mecía de un lado a otro. La calma y la ansiedad comenzaron una batalla en mi interior, cuyo final resultó en mis sentimientos abrumados por un sinfín de sensaciones.

—Nada de lo que sepamos hoy, nos separará. ¿Lo sabes, cierto? —susurró. Me encogí en sus brazos, aceptando de una buena vez por todas que el momento había llegado.

Busqué mis cigarrillos mientras él tomaba las cervezas y fuimos hasta el balcón de mi habitación, donde había dispuesto previamente dos pufs para sentarnos en ellos.

Crucé mis piernas y encendí un cigarro, sintiendo la fría brisa azotar mi cabello.

—Tu cabello está creciendo. —dijo mientras pasaba de lleno una mano entre los mechones que se movían. —Me gusta. —sonrió casi inocentemente, pero luego su sonrisa se esfumó repentinamente. —Pero, déjalo corto...

Apreté mis labios, sintiendo mi garganta tensa.

—Sé que Ethan te dijo los motivos de mi cabello corto. —se mostró aturdido para luego bajar la mirada. —Sabes fingir bien, me sorprende. —bromeé para aligerar su pequeña incomodidad. Sonrió nervioso, pasando una mano por sus rizos.

Me senté entre sus piernas para poder sentir la calidez que emanaba su cuerpo.

—Erika... Yo sé algunas cosas que... Bueno, lo siento. —musitó apretando mi cintura y hundiendo su rostro en mi cuello. Reí enternecida al ver su reacción.

—No es como si fuera tu culpa. —murmuré con la mirada perdida, consciente de que probablemente su manera de mirarme con tanto anhelo y amor cambiarían.

Mi tímido bailarín.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora