Aviso: este capítulo posee algo de contenido subido de tono, leer con responsabilidad.
Chris
Respira, tranquilo, solo será una cena, nada fuera del otro mundo.—Chris, bienvenido. —me enervé como un robot y caminé al interior de la estancia con la mirada de la tía de Erika en mis espaldas.
Erika había mencionado que Lucy quería conocerme antes de irse a unos de sus viajes nuevamente. No entendía el porqué esa mujer viajaba tanto y dejaba a Erika sola, de veras que no lo entendía.
—¡Lucy, los canelones se estaban quemando! ¡Te dije que le echaras un ojo mientras me bañaba, contigo no se puede contar, mujer! —Erika se detuvo en seco al mirarme. Abrí mis ojos como platos para luego tapar mi rostro con ambas manos.
¡Estaba usando solo una toalla alrededor de su cuerpo, nada más!
Escuché una leve risa a mis espaldas, la cual supuse provenía de la adulta. Erika balbuceó y refunfuñó algunas cosas antes de caminar apresurada y retirarse de la sala.
—¡Te dije que se hacía tarde! —habló la señora con gracia.
—¡Te odio! —el grito de Erika se oía lejano ya que se encontraba en su habitación.
La mano de la señora Lucy se posó en mi hombro para guiarme hasta la sala e invitarme con un ademán a que me sentara.
—¿Nervioso? —preguntó con una leve sonrisa.
Asentí imitando su gesto con los nervios de punta. Pensé que diría algo más, pero simplemente se sentó en el sillón que estaba frente a mi, cruzando sus brazos y piernas, mirándome en todo momento.
Me estaba analizando, y no le importaba siquiera disimular un poco para evitar que mi corazón latiera lenta y tortuosamente en su lugar.
Su sonrisa daba miedo. No era del todo intimidante, pero que me escudriñara con una fría sonrisa me hacia sentir como una rata de laboratorio.
Toda mi valentía y coraje se había esfumado, no podía hablar, era como si mi sentido del habla hubiera desaparecido, nunca existió.
Frotaba mis manos sobre mi regazo, sintiendo el tiempo pasar malditamente lento, si seguía a este ritmo me quedaría sin huellas dactilares. Cuando finalmente Erika salió de su habitación, mi cuerpo se movió por sí solo al ponerse de pie como un resorte.
Mis nervios se aplacaron un poco con su gran y amplia sonrisa.
—¿Por qué estás tan nervioso? Tranquilo, hombre. —claro, mi tensión era mas que obvia y fácil de ver.
—Siéntense y esperen aquí, yo serviré. —anunció la señora Lucy antes de ir a la cocina.
Erika le miró con el ceño fruncido, casi confundida. Se encogió de hombros y se sentó rápidamente en la mesa son ocultar su efusividad y furor. ¿Pero furor por qué?
Cruzó sus piernas sobre la silla de una manera despreocupada, retirando un mechón húmedo de cabello que insistía en caer por su frente.
Sonriendo, le ayudé peinar su cabello con mis dedos mientras ellas se dejaba hacer por completo, cerrando sus ojos sin borrar esa leve sonrisa de sus labios.
En cuanto abrió sus ojos mi corazón dio un salto en su lugar al encontrarnos tan cerca. Su mirada alegre atravesó mi alma en menos de un segundo. Me sentía flechado, hechizado por su mirar tan profundo.
Un leve carraspeo hizo que retirara mis manos de su cabello como si quemara. Volví a mi lugar y apreté mis labios. La señora Lucy sirvió cada plato para luego traer una gran botella de Coca-cola.
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Mi tímido bailarín.
RomanceErika Hill. Soberbia, engreída, sincera, cauta, y sobre todo, complicada. Puede hacer creer a cualquiera que es callada, pero en realidad solo observa... Observa y analiza, antes de actuar y atacar. Admite ser fría, pero con grandes sentimientos cua...