Erika
Sentí un leve cosquilleo en mi nuca por lo que me removí sutilmente para tratar de evadir esa molesta sensación, sin embargo, el cosquilleo prosiguió durante unos segundos más.
—Despierta, dormilona... —abrí mis ojos al sentir el aliento de Chris en mi nuca.
Somnolienta, giré mi cabeza para ver sobre mi hombro. Chris lucía igual de adormilado, aunque con una gran sonrisa en su rostro siendo acompañada por el rubor de sus mejillas.
Había muerto y, contra todo pronóstico, había ido al cielo.
Con cada vello de mi piel erizado, me acurruqué en su pecho para continuar durmiendo.
Su pecho se sacudió con sutileza debido a sus risas, pero no tardó en estrecharme entre sus firmes brazos para apretarme hacia él. Aunque me estuviera muriendo de calor, nunca me apartaría de su agarre.
—Erika...
—¿Qué...? —gruñí con molestia ante su insistencia.
—Hay alguien tocando el timbre. —bufé por lo bajo ante su ridícula excusa.
De acuerdo, yo también lo había escuchado pero realmente no le tomaba importancia al ser humano que se le ocurría molestar un domingo por la mañana.
Chris continuó haciendo cosquillas por mi cuello con su nariz, provocando un choque de emociones entre enojo por no dejarme dormir y felicidad por... por ser simplemente él, junto a mí.
—Si tanto quieres ver quién es, ve tu... —farfullé protegiendo mi cabeza con la almohada de mas ataques cargados de ternura de su parte.
Escuché leves risas de su parte antes de sentir como abandonaba la cama. Sin pudor alguno, observé su firme trasero mientras se vestía.
—Erika... —aunque se quejaba, una gran sonrisa se mostraba en su rostro.
—¿Te he dicho que me gusta que seas bailarín?
—No...
—Me encanta que lo seas. —reafirmé con una sincera sonrisa en mis labios.
Nunca creí que amanecer junto a alguien se sentiría tan bien. Me sentía feliz, calmada, relajada, y no solo por pasar varios rounds de buen sexo la noche anterior. Me sentía así por ese tonto tímido bailarín.
Por mi tímido bailarín.
Dejó un sutil beso en mi sien antes de salir del dormitorio. Cerré mis ojos con intenciones de continuar durmiendo, y creía haber dormido unos minutos ya que Chris había vuelto al rato moviendo mi hombro para despertarme.
—Erika, por favor, despierta. —fruncí el ceño al mismo tiempo que abría mis ojos. Confundida, miré su extraña y lúgubre expresión.
—¿Qué pasa? —me incorporé preocupada. Noté el sobre que tenía entre sus manos, donde mi nombre estaba escrito en una de sus esquinas. —¿Qué es...? —me preocupaba más su expresión que lo que sea que contuviera ese tonto sobre.
Trago saliva sin mirarme a los ojos. Mordió su labio, dejando el sobre en mi regazo para luego hacer sus manos puños. Estaba tenso, ¿pero por qué?
—¿Quién era? —continué preguntando, pero no obtuve respuesta.
Extrañada, abrí el sobre para sacar lo que parecía una carta escrita a mano. Y una muy larga...
«Para mi hija.»
Sin leer una palabra mas elevé la mirada de un solo tirón al sentir un frío recorrer mi espalda. Chris no se atrevía a mirarme a los ojos. Con cada músculo tenso, cerré mis ojos para luego mirar nuevamente hacia el papel en mi mano mientras hacía presión en el edredón sobre mi pecho con la mano libre.
ESTÁS LEYENDO
Mi tímido bailarín.
RomanceErika Hill. Soberbia, engreída, sincera, cauta, y sobre todo, complicada. Puede hacer creer a cualquiera que es callada, pero en realidad solo observa... Observa y analiza, antes de actuar y atacar. Admite ser fría, pero con grandes sentimientos cua...