Capítulo 8

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Chris.

—¿De veras aceptó? —asentí fervientemente ante la constante pregunta de Ethan. —Increíble. —murmuró, incrédulo.

—¿Por qué Evan no para de mostrarse molesto con eso? —inquirí. —Admito que me tiene algo irritado.

Ethan rascó su nuca como un gesto evasivo, mirando a los alrededores. Se mostró pensativo para luego suspirar con resignación.

—No es sorpresa para ti que Erika ya ha salido con otros chicos, ¿cierto? —asentí lentamente con la cabeza, frunciendo el ceño.

¿Acaso…?

—Pues Evan fue uno de esos chicos que no tuvo su final feliz con ella. —susurró, mirando a la puerta de la habitación por si Evan volvía con las bebidas que le encomendamos traer.

Parpadeé repetidas veces, aturdido. No me sorprendió, pero aún así que mis dudas se confirmaran no me hacía sentir para nada cómodo. Mi amigo, y Erika… Juntos.

—Las cosas iban bien entre ellos, pero de un día para otro todo se fue a la mierda. —agregó, mirando con cautela mi reacción. —Espero que no te moleste o algo por el estilo, digo, es mayor que tu, ha experimentado otro tipo de cosas en su vida mientras que tu no usabas el transporte público sino hasta este mes. —rió secamente.

Pasé una mano por el animal que tenía de cabello y dejé caer mi espalda en el respaldo del sillón. Karla me había dicho algo similar, aunque ella no había mencionado nombres.

—¿Ellos…? —pregunté con un tímido nudo en la garganta. —¿Hicieron…?

Ethan le tomó un segundo comprender mi pregunta, por lo que sonrió de manera incómoda.

—¿Tengo que responder? —solté un suspiro pesado mientras frotaba mi rostro. Negué con la cabeza al saber la obvia respuesta.

Aún cuando trataba de ignorar ese hecho, no podía evitar sentirme afectado. Erika me gustaba, pero saber que ella me llevaba años luz de distancia, no me hacía sentir bien del todo. Me hacía sentir como un niño, inseguro.

—A ver, no hay porqué martirizarte, ¿de acuerdo? Ella tuvo un pasado, Chris, depende de ti si quieres terminar amargado igual que mi hermano, o conocer los lados lindos de Erika, aunque te sorprenda, los tiene. —reí por lo bajo ante su exagerada expresión de suspicacia. —Ella simplemente no la lleva fácil, es por eso que es tan difícil.

Repasé sus palabras, meditando la duda que carcomía mi cerebro desde hacía unos días.

—¿Qué pasó con su mamá? —Ethan me miró dudoso ante mi pregunta.

—La dejó cuando era pequeña. —explicó, luciendo más incómodo que antes. —Su mamá la tuvo cuando tenía unos quince o catorce años. Según nos contó, un día Erika se enfermó terriblemente, tanto así que estuvo una semana hospitalizada. Su mamá no quiso hacerse cargo de ella luego de haber gastado tanto dinero en ella. Irónicamente no gastó nada, Lucy, la hermana de su mamá, fue quien se encargó de todos sus gastos. La mujer solo huyó cuando vio el dineral que tendría que gastar. —rió secamente.

—¿Por qué demonios haría algo así?

¿Cómo alguien podía hacer semejante cosa? ¿Acaso esa mujer no tenía corazón?

— “Era una niña criando a otra niña.” Eso fue lo que dijo Erika. Eso pasó cuando tenía cinco o seis, desde entonces ha estado bajo el cuidado de Lucy. —se encogió de hombros. —Tengo entendido que desde entonces no se han vuelto a ver. Aunque deberías ver una fotografía de su madre a su edad, son tan jodidamente parecidas. Es como ver a Erika. —abrió sus ojos desmesuradamente, como si hubiera recordado algo. —¡Cuando le dijimos eso, cortó su cabello! —soltó entre leves risas, como si evocara aquel recuerdo. —Es por eso que tiene ese corte de chico.

Mi tímido bailarín.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora