Chris
Sentí movimiento junto a mí, por lo que abrí mis ojos muy lentamente, desperezándome. Sonreí inconscientemente al ver a Erika ponerse de pie con cuidado de no despertarme.
Habíamos pasado la noche juntos, luego de convencer a mi madre para que me dejara quedar a dormir en el apartamento de Erika antes de un día de clase. Tres semanas habían pasado desde el percance con su madre, una semana desde que firmó la orden de alejamiento, y dos días desde que estoy con ella día y noche.
Realmente me arrepentía de haber apresurado las cosas con su madre, pero lo hecho, hecho estaba, y no podía hacer nada para borrar ese encuentro de la memoria de Erika, más que estar junto a ella.
Ella no parecía darse cuenta de que estaba despierto, por lo que simplemente decidí fingir y observarle con detalle. Luego de salir de la ducha, rebuscó en su closet la ropa del uniforme de la escuela. Me deleité por milésima vez con su desnudez, admirándola como si fuera la primera vez que la veía de esa manera. En cuanto terminó de vestirse, fue hasta la peinadora a arreglar su cabello, para posteriormente maquillarse.
Miraba embelesado la manera en que miraba con detalle su reflejo, asegurándose de que todo estuviera tan perfecto como solo ella podía lucir; verificando el contorno de su rostro, que sus ojeras estuvieran disimuladas, que sus labios no lucieran agrietados, vi con total atención el proceso que llevaba a cabo para siempre lucir tan hermosa al mundo.
En cuanto se acercó para "despertarme", la sorprendí al tomarla entre mis brazos y lanzarla junto a mi, apretándola a mi pecho.
—Eres increíblemente hermosa, y solo mía. —susurré hundiendo mi rostro en su perfumado cuello, absorbiendo su exquisito aroma.
Rió por lo bajo, aceptando y respondiendo mi abrazo.
Fuimos a la escuela luego de una rápida sesión de sexo, con una inmensa sonrisa en nuestros rostros. A pesar de acercarse la temporada de exámenes finales, no éramos de los que estudiaban a último minuto, ya que habíamos sido precavidos y estudiamos desde hace mucho, por lo que no nos encontrábamos en ese estrés por no poder entender alguna clase.
A diferencia de...
—¿Qué fórmula debo aplicar aquí? Porque este maldito signo me da positivo, y en el libro dice que debe ser negativo... —chilló Karla con desesperación, mientras los acompañábamos a estudiar en la biblioteca.
—Al menos te da un número, a mi me dio cero. Creí que daba cero, demonios. —se quejó Ethan.
Evan no se quedaba atrás con las quejas, mientras que Erika y yo solo los observábamos divertidos, e interveníamos en ayudarles de vez en cuando. Miraba de reojo a mi novia, quien, a pesar de sonreír y soltar comentarios graciosos, solía permanecer por milésimas de segundo mirando a la nada, pensando en absolutamente todo.
En instantes así apretaba su mano para demostrarle que no estaba sola en la tormenta que azotaba su mente. Ella simplemente sonreía fugazmente, transmitiéndome con su mirada el enfurruñado, pero a la vez aliviado, sentimiento de aceptación.
—¿A dónde pretendes llevarme? —preguntó luego de un largo bostezo mientras salíamos de la escuela.
—Ya lo verás. —aseguré alegre.
Ella simplemente se encogió de hombros, apacible. Pensando probablemente llegar a casa, estudiar, dormir, e ir a su trabajo, cumpliendo su fiel, pero monótona, rutina diaria.
En cuanto llegamos frente a una tienda de vestidos, frunció el ceño significativamente.
—¿Realmente pretendías seguir mintiendo? —me quejé apretando su mejilla entre mis dedos
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Mi tímido bailarín.
RomanceErika Hill. Soberbia, engreída, sincera, cauta, y sobre todo, complicada. Puede hacer creer a cualquiera que es callada, pero en realidad solo observa... Observa y analiza, antes de actuar y atacar. Admite ser fría, pero con grandes sentimientos cua...