Capítulo 29

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Erika

—¡Pizza! —grité por milésima vez, cansada y extenuada. —¿Dónde demonios te metiste ahora?

—¡La encontré! —escuché el grito de Chris, para luego verlo traer a mi compañera felina entre sus brazos.

Bufé aliviada para luego llevarla frente a su plato de comida.

—Aun no se acostumbra al nuevo lugar. —murmuré desganada, acariciando su lomo.

—Solo han pasado dos días, dale tiempo. —opinó Chris, acariciando a mi gata.

Luego del incidente en que Lucy me había apuñalado por la espalda con su reacción a la inmensa farsa de la droga, había adelantado mi mudanza al pequeño piso de alquiler que hacía tiempo tenía en la mira. Pizza se escondía, maullaba día y noche, hacía sus necesidades fuera de su caja de arena, era como tener una pequeña hija que se rebelaba por la mudanza sin su consentimiento.

Mentiría si tampoco me sentía incómoda en aquel lugar. Me había mentalizado desde hace un buen tiempo de que llegaría el día en que saldría de aquel lujoso condominio. Me adaptaría, de eso estaba segura, pero eso no quitaba el hecho de tener que acostumbrarme a escuchar sirenas por las noches, discusiones de algunas parejas que tenía como vecinos, ladridos, peleas de pandillas en la calle.

—Solo es cuestión de tiempo. —repetí las mismas palabras que murmuraba desde hace dos días.

Sentí la mano de Chris acariciar mi brazo, como si hubiera sentido mis preocupaciones.

—¿Tus padres te permiten estar junto a mi, luego de aquel incidente? —pregunté dejándome envolver por sus cálidos brazos.

—¿Irás esta tarde a la escuela? —murmuró mirándome con cautela, evadiendo la pregunta.

Dejé salir el aire en un suspiro cansado, asintiendo con la cabeza mientras rascaba mi nuca. No tenía idea de qué quería Ribeiro, cuando me había dejado claro su decepción y disgusto. Chris aseguraba que probablemente admitiría su error, pero las cosas me estaban saliendo tan mal últimamente que mis expectativas y esperanzas estaban atrofiadas.

—¿Recuerdas lo que te dije? —negué con la cabeza en respuesta. —Haría que cada persona se arrepintiera. —recordé aquella noche de la fiesta en que él, Karla y Vanessa me habían hecho aquella inesperada visita.

—No me mal interpretes, Chris, pero dudo que tu nivel de venganza supere mi plan hacia Rachel y Ángela. —siseé sintiendo mi sangre hervir al recordar a esas dos personas.

Me había contenido ya que él había pasado horas y horas para convencerme, juró que si su plan no funcionaba, me daría pase libre a hacer lo que quiera con aquellas dos. No es como si necesitase su permiso, pero de alguna manera entendía sus motivos para hacerme olvidar de la venganza.

—No es cuestión de vengarse. —sermoneó apretando mi mejilla entre sus dedos. —Es justicia, cree un poco en la justicia.

—La justicia es algo que ha desaparecido un poquito de mi vida, ¿no crees? —me encogí de hombros.

—Entonces cree en mí. —vacilé al ver su confiada y segura expresión asintiendo no convencida del todo.

Aquella tarde había faltado a su ensayo de ballet solo para acompañarme a la escuela, no negaría que Chris estaba mas atento y perceptivo que antes, lo cual ayudaba ya que no tenía ánimos de absolutamente nada.

Sin embargo, en cuanto llegamos al solitario edificio trague saliva al ver a Lair y Ribeiro en la entrada, esperando. Por ser vacaciones estaban usando ropa casual, pero eso no quitaba los molestos recuerdos en los que ellos eran protagonistas.

Mi tímido bailarín.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora