Erika
—Erika, por el amor de Dios, solo es su familia.
—Te dije que no iré. —repliqué decidida, observando la camisa de mi uniforme girar en la lavadora. —Ni siquiera somos nada y viene con esa noticia. Idiota…
—Tal vez no lo hace con la intención de presionarte. —continuó Karla al otro lado de la línea, quejumbrosa. —Es su presentación de ballet, Erika, es completamente normal que vaya su familia.
Apreté la mandíbula al mismo tiempo que frotaba mi rostro con desgano. Ese mensaje me había caído como un balde de agua hirviendo. Con todo y balde.
Realmente quería ir, no despreciar la entrada tan costosa que había comprado solo para mí, e ir. Pero el saber que me encontraría con más miembros de su familia y posiblemente debía presentarme ante ellos era desagradable, siquiera la mera idea de imaginarlo me hacía sudar.
—¿Recuerdas la vez en que conocí a tu familia entera? —murmuré, masajeando mi entrecejo.
—Cómo olvidarlo, parecías un robot.—escuché su tenue risa al otro lado de la línea. —Y siempre estabas a la defensiva…
—Exacto. —apreté mis labios, recordando aquel desagradable día. —No puedo evitarlo, simplemente… No puedo. No puedo asimilar el comportarme… No… —alejé el aparato, ya que todo mi cuerpo había entrado en tensión. —No quiero tratar mal a su familia. —agregué luego de recuperar un poco la compostura, pasando una mano por mi sudoroso cabello ya que estaba nerviosa hasta la mierda.
—Pero cuando conociste a la madre de los gemelos no te comportaste así.
—Porque solo es ella. Una madre soltera, nada más. —recalqué, sin entender mis propios nervios ante la idea de conocer núcleos familiares.
Saqué la húmeda camisa para luego lanzarla a la secadora y que ésta hiciera lo suyo, volví a sentarme sobre el pequeño banquito que estaba usando para ver la tela ser lavada y enjuagada. Mis nervios eran tal, que había derramado base de maquillaje en ella mientras me arreglaba.
—El simple hecho de saber que podría cagarla frente a su familia, no me agrada. Chris es un chico familiar, y yo soy… bueno, soy lo que queda de una familia. O del vago intento de ser una familia… —rasqué mi nuca, insegura. —La familia fue uno de los puntos que no traté con mi terapeuta porque dejé de ir a esas ridículas citas.
— ¿Ves las consecuencia de dejarlas? —escuché una leve risilla de su parte.
—Cállate… —espeté, malhumorada.
—La presentación comenzará dentro de quince minutos, Erika, piensa lo bien que se sentirá al verte allí. —continuó insistiendo, casi podía imaginarla apretando algo entre sus manos mientras sostenía el celular con su hombro a su oreja.
— ¿Mientras yo me siento mal? No, gracias. Me prometí a mí misma que procuraría evitar cualquier situación como la última con tu familia.
Ese día estaba tan tensa que no podía siquiera fingir una maldita sonrisa por cortesía. Me comporté odiosa, irrespetuosa, tajante… Claro, había sido hace muchísimo tiempo y las cosas podrían ser diferentes. Pero mis nervios y ansiedad indicaban que nada bueno resultaría de presentarme a otro numeroso grupo familiar.
Miré la pantalla de mi celular ya que el silencio había inundado la línea. Justo cuando iba a decir palabra alguna, su voz interrumpió.
—Entiendo que no sepas comportarte con una familia, pero es tiempo de superar esa fobia. —musitó con tanta dulzura que no pude ni enojarme.

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Mi tímido bailarín.
RomanceErika Hill. Soberbia, engreída, sincera, cauta, y sobre todo, complicada. Puede hacer creer a cualquiera que es callada, pero en realidad solo observa... Observa y analiza, antes de actuar y atacar. Admite ser fría, pero con grandes sentimientos cua...