Chris
El despertador resonaba por milésima vez, arruinando mis ganas de querer dormir un poco más. De mala gana, me incorporé, aun con el pitido resonando en la estancia con un molesto eco.
Miré mi pequeña habitación, la desastrosa cocina a un lado, el baño a un costado y el pequeño pasillo que daba hacia la puerta de salida.
El pequeño piso de alquiler que podía costearme en aquel país.
Apagué el despertador de mala gana y di dos pasos para llegar al baño y ducharme. Luego de eso me preparé el desayuno, todo en completo silencio, sin padres, sin nadie que diera órdenes, sin nadie que preguntase cómo fue mi dormir.
Había pasado un año y medio en esa rutina, pero hasta el día de hoy no sabía si debía considerarlo como libertad, o soledad.
Me preparé para tomar mi bici y salir a la academia temprano por la mañana, pero a diferencia de que ese sería mi último día de rutina.
Las cosas cuando llegué no fueron como en realidad había pensado. Naturalmente había pasado las audiciones para ingresar a la gran academia de prestigio que por fortuna me había aceptado.
Mantuve el ritmo, aprendía, evolucionaba, pero por desgracia no tuve los avances que el promedio requería. Había hablado con la rectora, con mis profesores, había perdido la cuenta de las veces que había llorado en silencio con mis pies llenos de ampollas y sangre, con mi cuerpo entumecido y dolorido.
Pero nada de eso fue suficiente para alargar mi estadía. Mi promedio descendió aun mas cuando empecé a percatarme de ello, probablemente era algo mental ya que solo debía esforzarme más, dar el ciento diez por ciento de mí. Pero mi cuerpo no lo resistía.
Yo no lo resistí. Ver que mi sueño se desmoronaba por mi culpa, por mi incompetencia y mi bloqueo, simplemente no lo resistí.
No era fuerte. Me equivoqué al salir de mi primera academia, cuyos maestros me escribían siempre para que retomase mi aprendizaje con ellos. Y por alguna razón, sentía que sabía del error que estaba cometiendo, pero en esos meses estaba tan... Saturado emocionalmente, que solo quería huir.
Ni siquiera eso pude hacer bien.
Ingresé a la academia, la cual había sido testigo de la emoción en mi emprendimiento, mi dudar, mi frustración, dolor y decepción, para luego finalmente ser testigo de mi derrota. Fui directo a la oficina de la rectora para arreglar mis papeles, ya que en este pequeño lapso de tiempo habíamos creado una relación estrecha y ella quería ser quien me diera una despedida digna.
—¿Estás seguro de esto, Chris? Puedes iniciar de cero, con otra cara... —simplemente negué a la humilde petición de aquella mujer italiana de avanzada edad.
Salí de la misma manera en que ingresé hace un año y medio. Con la barbilla en alto, espalda erguida, emociones turbias...
Sentí mi celular vibrar antes de subir a mi bici. Sonreí al ver el nombre de mi padre en la pantalla. En todo este tiempo, él era el mejor pilar que me sostuvo en la distancia. No supe nada de mi madre desde aquel día, ni siquiera había ido a despedirme en el aeropuerto cuando partí, simplemente decidió iniciar una vida con aquel hombre.
Y si, diariamente me sentía traicionado por la primera mujer que amé de manera inconmensurable.
—¡Hijo, Ciao! —reí ante su muy mala pronunciación en cuando atendí la llamada.
—¿Cómo estas, papá? —pregunté sentándome sobre el asiento de la bici.
—¿¡Cómo crees que estoy al saber que mi único hijo vuelve hoy!? ¡Feliz, estoy feliz! —casi podía imaginarlo cerrando sus puños al aire al connotar su alegría. —¿No estas emocionado por ver a tu viejo? Verte por fotos es tan deprimente, parezco una mujer llorando cada vez que te veo.
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Mi tímido bailarín.
RomanceErika Hill. Soberbia, engreída, sincera, cauta, y sobre todo, complicada. Puede hacer creer a cualquiera que es callada, pero en realidad solo observa... Observa y analiza, antes de actuar y atacar. Admite ser fría, pero con grandes sentimientos cua...