La Jungla

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La recuperación no parecía ser nada difícil en casa de los Sato, recibía la comida en la habitación y conversaba con Asami mientras ella analizaba los datos que recolectaba de sus constantes estudios de la actividad en el asentamiento, los primeros tres días su amiga se había abstenido de salir a realizar sus actividades diarias para poder cuidar de ella, de nuevo cualquier objeción respecto a dicha decisión estaba fuera de lugar, una vez que Asami se convencía de algo no había nada que la hiciera cambiar de idea así que no le quedaba más que aceptar y seguir.

Las primeras noches no se pudo resistir, en la habitación de Asami había un cuarto de baño que contaba con una espaciosa bañera y claro su anfitriona le hizo saber que podía hacer uso de ella con toda libertad, era perfecto, justo lo que necesitaba, antes de dormir pedía que le llenaran la bañera para realizar su aseo personal, después de todo ese era el uso que se le solía dar a aquel objeto, pero lo único que deseaba era sumergir sus pies en agua, encerrada en aquel lugar contaba con la privacidad necesaria para poder curar sus heridas, una a una comenzó a retirar sus prendas, al terminar se envolvió en la toalla que le habían prestado y tomo asiento en la orilla de la bañera, con el suave movimiento de sus manos comenzó a levantar pequeñas olas en el agua que iban y venían, poco a poco el agua empezó a reflejar un brillo azulado que iba en aumento gracia a los poderes de la maestra agua, un profundo suspiro escapo de sus labios a medida que el efecto analgésico del agua penetraba en su piel, justo lo que necesitaba, no pasaría nada si ayudaba a su cuerpo a sanar, después de todo sus pies ya se encontraban vendados, solo debía asegurarse de que fuera ella la única que realizara el cambio de vendaje y después ya vería que inventarse para evitar la cita con el médico, luego de la curación procedió a introducir el resto de su cuerpo en la bañera y ya que tenía la oportunidad decidió calentar el agua con su fuego control, otro profundo suspiro escapó de ella, no podía pedir nada más, en esos momentos eso era lo mejor que había tenido en meses.

Pasados los primeros tres días de reposo Asami había decidido que era momento de continuar con las labores, claro, ya que ella si era considerada le había preguntado si se sentía lo suficientemente bien como para salir, aunque claro estaba que no saldría directamente a caminar si no que haría uso de la silla de ruedas, aún así aquella pregunta había sido hecha, sin duda alguna la ojiverde resultaba ser absolutamente encantadora, sin dudarlo afirmo con la cabeza, se sentía más que bien, las terapias con agua control habían ayudado con la cicatrización, estaba segura que podía ponerse de pie y andar, no por mucho tiempo, tal vez con ayuda de un par de muletas podría acompañar a su amiga sin necesidad de la silla de ruedas, pero claro, proponer algo así estaba completamente fuera de lugar ya que resultaría ser demasiado sospechoso, no había más opciones, debía aprovechar los cuidados que se le otorgaban para poder sanar mejor.

Sato rebosaba de entusiasmo y energía, empujaba la silla de ruedas a paso firme, y de alguna manera, también de forma cuidadosa, llegó primero a los campos de siembra, que debido a la temporada se encontraban en reposo, en esa época Asami supervisaba las reservas de comida con las que se contaba, esta vez la de ojos verdes no llevaba los apuntes, eso se lo había dejado a ella "Ya que tu no caminarás te encargarás de los apuntes, algo deberás hacer para que aquello no resulte ser como un paseo por el campo" recordó sus palabras con una sonrisa, el rostro de su amiga lucía impecable, podía notar como hacía cálculos mentalmente cuando escuchaba los números que le eran dados, estaba segura de que tenía algo en mente, un proyecto o algo similar, ella siempre tenía algo en la cabeza, al igual que su padre parecía ser una persona ingeniosa, luego de visitar a la mitad del asentamiento el día había terminado y se encontraban de regreso en casa, atenta observó como su anfitriona caía rendida de espaldas sobre la cama y suspiraba.

- Parece ser Korra, que las reservas serán suficientes para el invierno, sin embargo creo que no estaría del todo mal ampliar las tierras de cultivo, cabe la posibilidad de que podamos expandirnos, crecer, contamos con gente joven y fuerte capaz de engendrar bebés, pero pocos se atreverían a tener uno, es complicado.

Futuro InciertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora