Los puños de Kuvira se movían a una velocidad increíble, habían pasado a penas dos minutos y ya comenzaba a sentir las piernas entumecidas debido a todo el movimiento que había tenido que realizar para esquivar los ataques de la ojiverde, de manera inevitable había tomado la posición defensiva pues la ofensiva de la pelinegra era constante, no había ni una sola abertura para lanzar un contra ataque, la piel de Kuvira se cubría de pequeñas gotas de sudor que volaban cuando lanzaba sus mortíferos ataques, podía ver sus poderosos músculos tensarse en cada movimiento y la pequeña brisa que sentía cuando aquellos puños y patadas le pasaban cerca le advertían de la fuerza que depositaba en cada golpe.
Haciendo uso de un pequeño espacio se aventuró a lanzar una patada pero al hacerlo su pierna se encontró con la de Kuvira causando que sus tibias chocaran, ambas arrugaron las cejas al percatarse del punzante dolor que nacía de aquel encuentro, la ojiverde no perdió el tiempo y de inmediato arremetió con la otra pierna, la morena reaccionó deteniendo el golpe con su brazo derecho, cuando hubo frenado la patada dio un paso hacia adelante presionando su antebrazo izquierdo sobre el cuello de su oponente para así comenzar a empujarla hasta hacer chocar su espalda contra la reja.
- Nada mal. – Sonrió Kuvira, ambas respiraban de forma agitada, ambas habían aprovechado ese pequeño lapso para recuperar un poco de energías
- Lo mismo digo. – Bufó antes de lanzar un puñetazo en dirección al rostro de la ojiverde, esta de inmediato cambió de posición para evitar el impacto y el puño de la morena golpeo contra la reja, a pesar de tener las manos vendadas era obvio que aquel golpe le había dolido, pero aquel dolor era expresado con ojos furiosos y más ataques lo cual fascinaba a su oponente.
Sudor y sangre salpicaban el suelo, el líquido color carmín goteaba del labio inferior de Kuvira, recién había recibido un fuerte golpe que la obligo a retroceder, en cambio la morena lucía una ceja abierta e inflamada, ambas con múltiples moretones a lo largo de sus brazos luego de haber bloqueado más de una docena de puñetazos y patadas, habían pasado ya diez minutos desde el comienzo del combate, aquí no había reglas, a excepción de no poder usar armas, así que no había un tiempo reglamentario, simplemente pelearían hasta que una de las dos fuera la indiscutible ganadora, pelearían hasta que una de las dos cayera víctima de la otra, o hasta que sus cuerpos se entumieran por el cansancio.
Un poderoso golpe expulsó el aire del cuerpo de la morena, apretando la mandíbula tomó impulso y lanzó una patada que Kuvira alcanzó a detener con su brazo a pocos centímetros de que el impacto llegara a su rostro, sin perder el tiempo retomó su posición de ataque y logró impactar un gancho en el costado izquierdo de la ojiverde. Si, con el paso del tiempo ambas habían comenzado a resentir el cansancio, con esto sus reflejos se volvían más lentos y como consecuencia los golpes comenzaban a entrar, el impacto de cada uno de estos peligrosos ataques producía el sonido suficiente para que el público de las primeras tres filas lograra escucharlo con claridad.
- ¡Kuvira! ¡Kuvira! ¡Kuvira! – Alentaban unos.
- ¡Korra! ¡Korra! ¡Korra! – Se escuchaban otros, la intensidad de la pelea había abolido el miedo que muchos sentían hacia su líder y les había dado la seguridad suficiente para aclamar a la morena.
Los nudillos de la ojiazul comenzaban a hundirse en la mejilla de su rival ocasionando que toda su cabeza girara con la fuerza del impacto, Kuvira se tambaleo, comenzaba a caer pero al hacerlo retomó el control y aprovecho el impulso para lanzar una patada al aire que de inmediato hizo contacto con la barbilla de Korra obligándola a retroceder hasta chocar con la reja, las dos jadeaban, Kuvira yacía en el suelo sin retirar su mirada de los ojos de la retadora mientras esta sostenía su peso contra la estructura de la jaula, se tomaban un respiro, era evidente que las dos tenían grandes habilidades en el arte del combate, mientras chocaban sus miradas una amplia sonrisa aparecía en sus rostros.
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Futuro Incierto
FanfictionEn un mundo en agonía no existen más los maestros de los elementos, corre la leyenda de que prevalece un solo maestro, el más grande de todos, el Avatar, pero pocos saben de él en tiempo real, en un mundo al borde de la extinción total no se pueden...