Ba Sing Se

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- ¡Agh! – Gruñó haciendo una pausa sosteniendo uno de los extremos de la venda que comenzaba a quitar de su mano izquierda.

- Lo siento ¿Ok? No te muevas, ya casi está.

- Maldición ese idiota... - Murmuró apretando los dientes a medida que la aguja atravesaba su piel.

- Era grande... - Se escuchó la voz de la jovencita que se concentraba en atar un nudo con el hilo que comenzaba a unir la piel de la morena.

- No solo era grande, también tenía la fuerza de una animal. – Renegó observando las marcas de los golpes que había recibido sobre el abdomen.

- Pero se le veía nervioso y desesperado. – Rió la chica causando que una pequeña sonrisa presumida apareciera en el rostro de la ojiazul.

- Ya sabía a lo que se enfrentaba. – Dijo con evidente orgullo.

- Listo. – Declaró ella palpando un par de veces el costado de la peleadora causando que de nuevo gruñera de dolor.

- ¡Opal! – Bufó apretando los dientes, la menor rió entretenida.

- Ya deberías estar acostumbrada. – Respondió rodando los ojos.

- ¿Quieres ser tú la que participe en los combates? – Sugirió alzando una ceja.

- No, yo no soy la que quiere la atención de Kuvira. – Rió de nuevo tirando las gasas ensangrentadas que había utilizado para limpiar las heridas.

- ¡Ah! ¡Aquí está! Mi guerrera favorita. – Irrumpió el hombre de la cicatriz en el ojo.

- ¿De donde demonios salió ese gigante? – Cuestionó Korra con cierta irritación en su tono de voz.

- ¡Ja! No tengo idea. – Inició él. – Algunos dicen que de las tierras del antiguo reino fuego... ya sabes, de ese lugar pueden surgir todo tipo de monstruos. – Meditó por un momento. - ¡Aunque eso tal vez nunca lo podremos confirmar! – Rió. – Limpiaste el suelo con la cara de ese sujeto, difícilmente lograron reanimarlo y cuando al fin lo hizo no tardó mucho en volverse a dormir, así que no creo que nos pueda decir a quién pedirle ayuda para que vengan por él... sinceramente no pienso cuidarlo en mi coliseo, si es necesario lo dejaré en la calle.

- Bumi. – Pronunciaron las dos con molestia.

- Bien, bien, lo cuidaré hasta que se pueda poner de pie. – Suspiró. – Pero dime Korra ¿Qué derecho tienes tú de pedirme que cuide de él si fuiste tú la que le golpeo la cabeza como a una piñata? – Sonrió entretenido esperando aquella respuesta, los ojos de la morena se abrieron de par en par y sus cejas se alzaron al tiempo que señalaba su costado izquierdo que ahora mostraba cuatro cortes suturados y otros tantos más pequeños alrededor.

- ¡Eso! ¡Te dije que quitaras los malditos vidrios Bumi! Con el arsenal que les permites aventar dentro del cuadrilátero no creo que te reclamen por falta de cristal roto.

- Solo quería ser original. – Argumentó haciendo un puchero.

- Eres, literalmente, el hombre más original que existe en esta tierra, tu estadio enloquece a todos, no necesitas esos estúpidos vidrios.

- Pero debes de admitir que fue interesante. – Volvió a sonreír tomando asiento en un balde que se encontraba frente a la ojiazul mientras la otra chica ahora se dedicaba a tratar su brazo derecho.

- ¿Interesante? Extraje más de diez cristales del interior de esas heridas, la patada que recibí fraccionó algunos de esos cristales y si no fuera por el agua control esto habría sido un completo infierno. – Volvió a apretar la mandíbula sin retirar la mirada de la figura del hombre frente a ella.

Futuro InciertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora