Introduje las llaves en la cerradura, di un par de vueltas y cuando por fin tenía que abrir, no lo hizo. Rodé los ojos. Esta puerta comenzaba a fastidiarme. Conmigo nunca quería abrir, pero cuando mamá la abría si le hacía caso. Oh, puerta, me haces pasar muy malos ratos. Le di unos cuantos golpes con mi cadera y finalmente abrió.
- La puerta es ruda ¿no?- bromeó Tyler tras de mí.
- No llevo ni una semana aquí y ya tengo objetos que me odien- le dije metiéndome a mi hogar-. ¡Llegué!- avisé, pero no recibí nada de vuelta por lo que mama ni mi hermana no habían llegado.
Tyler cerró la puerta luego de que él entrara. Me hice a un lado para que viera mi humilde, acogedora y...encajonada morada. Si, encajonada por que habían miles de cajas pegada a las paredes, otras abiertas señalando que alguien estuvo desempacando ¿Adivinen quién era ese alguien? Sí, yo. Tyler solo miraba a su alrededor, conociendo el lugar.
Mi nueva casa no era tan grande, mediana, para ser específicos. Las paredes eran de color crema y algunas partes blancas, lo que le daba sensación de calidez. Me gustaba más la salita, en especial por los muebles en forma de L y el sillón que da masajes. Ese sillón y yo simplemente congeniamos. La salita tenía una chimenea junto con un tope donde había varias fotos. Tras un arco junto a un escalón, estaba la cocina. Simple pero eficaz, resaltaba el tope de granito en el medio donde estaba la cocina eléctrica y alrededor más tope de granito. La cocina tenía dos entradas, una al frente al lado de la salita y otra lateral, que daba hacia las escaleras y por ende, las habitaciones.
Me quedé mirando a Tyler en el umbral de la entrada principal, con las manos entrelazadas, esperando algo de su parte.
- Lindo lugar- dijo por fin-. Las cajas son...lindas.
Me eché a reír y Tyler se unió conmigo.
- Cállate- le dije divertida-. Llegamos hace una semana. Apenas he podido sacar la cuarta parte de todo.
Dejé mi bolso junto a la puerta y fui a la cocina. Estaba sedienta. Esperaba que mamá no se hubiera acabado el jugo de naranja que compró hace poco. Abrí la máquina helada y todavía quedaba.
- ¿Quieres jugo o agua?- le pregunté.
- Jugo, por favor- me respondió desde la sala.
Asentí y serví la bebida en dos vasos de vidrio, vajilla de mi madre. Cuando regresé a la sala vi a Tyler contemplando algunas fotos de la chimenea. Me quedé quieta, insinuando cual era la que observaba. Oh, la foto familiar.
- T-tu jugo- le anuncié mientras me aproximaba a su lado.
Le entregué el vaso y mientras él se giró a beberlo yo cogí la foto y la escondí tras mi cuerpo. Solo esperaba a que no surgieran las preguntas del hombre que está en la foto, no ahora.
- ¿Quién es...?- me preguntaba pero yo lo saqué de allí.
- También tengo un jardín- le hice saber, haciéndome la tonta.
Tyler me miró extrañado y yo solo lo ignoré. Resiste, vamos, puedes con eso.
- Aunque lo bueno de desempacar una cuarta parte- le dije sentándome en el sofá-. Es que pude conectar la televisión.
- ¿Tú sola conectaste ese televisor pantalla plana?- me preguntó incrédulo, cogiendo el vaso con el dedo índice y pulgar.
- No, tuvimos que llamar a un técnico- dije haciendo una mueca y Tyler rió-. Pero yo lo saqué del empaque- le hice saber-. El técnico solo lo conectó.
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Different Mind
Teen FictionNacieron hace 17 años en el mismo día, mismo lugar pero con dos minutos de diferencia. Los Gemelos Welch son idénticos a excepción de que se les diferencia por una cosa: Josh es el rudo, el chico malo, el mujeriego, el temerario de la secundaria y p...