La espía indiscreta

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Sue

Estaba leyendo el libro de literatura que nos envió la profesora Bárbara “David Copperfield” se titulaba la obra y era bastante triste en realidad. Sentada en la silla giratoria y mis pies apoyados en la ventana, intentaba concentrarme en la lectura pero era imposible: tenía un montón de cosas que hacer.

-          Comprar el regalo a Genevieve

-          Tomar fotos para la exhibición de fotografía de la escuela.

-          Aconsejar a Tyler sobre Marcus.

Oh, otro detalle que me faltaba. Si, Tyler había estado hablando mucho sobre Marcus, más bien, demasiado. Era increíble. Estaba peor que una cacatúa, pero esta era una cacatúa enamorada. Supongo que son los síntomas del estar enamorado y no lo culpo porque yo estuve así o peor cuando conocí a James. Caroline siempre me recordaba sobre el gran juego de Football, que, para ser sincera; ya no me interesa en ir. Es mucho ánimo y emoción para un montón de idiotas con músculos moviéndose en un campo.

Además, tenía que estudiar para el examen de matemáticas y terminar este inútil ensayo. Gruñí, exacerbada por el montón de cosas que tenía en la cabeza y arrojé el libro pero, en vez de caer en el escritorio, cayó por la ventana. Me levanté de la silla de un tirón y lo vi caer hasta estrellarse contra un arbusto.

-          ¡Lo siento!- le grité como si el libro pudiera sentir-. ¡No quería molestarme contigo!

Bajé las escaleras como un rayo y salí de la casa. Busqué el libro y antes de tomarlo, me le quedé viendo. ¿Por qué no tomarle una foto? El profesor Donelly nos había dicho que hasta la mejor fotografía del mundo podíamos capturarla hasta en las cosas más simples. Regresé de nuevo a mi habitación y cogí la cámara de mi padre con mucho cuidado. La saqué del estuche, enfoqué y tomé por lo menos unas cinco fotos. Por fin cogí el libro y limpie una que otra suciedad, cuando el rugido de algo me sobre saltó. Era Josh que venía en su moto, acercándose. Lo primero que pensé fue en ocultarme entre los arbustos. Pude ver como se estacionaba frente a su casa, pero no metió la moto en el garaje. Se quitó el casco y secó el sudor de su frente con la manga de su chaqueta de cuero. Para impresión mía, se puso viendo el atardecer que había en ese momento, de espaldas a mí, apoyado en la moto y de brazos cruzados. Cerré un poco los ojos…este era el momento perfecto para…

¡Oh, no! No voy a tomarle foto a ese pingüino con moto. No, no y no. Todavía tengo oportunidad de encontrar algo mejor y quizás pueda ganar ese premio…oh diablos, si, si lo haré. Preparé la cámara, la enfoqué y tomé una foto. Tendría que tomar unas 10, por precaución. Ahora el verdadero problema era acercarme sin que el dijera que lo “estaba acosando”. Tonto engreído, como si todos estuvieran pendientes de ti.

Me arrastré en el césped. Me sentía como una detective.

Mi respiración era algo agitada y estaba toda llena de tierra, que asco. Espero que estas fotos al “pingüino” de Josh valgan verdaderamente la pena.

Volví a ocultarme tras unos arbustos aunque tenían espinas. Me había clavado por lo menos dos e intenté no gritar del dolor. Me mordí la lengua, alcé un poco la cámara y ¡Click!

Listo, ya tenía las fotos suficientes, ahora tenía que irme de forma sigilosa

Me deslicé debajo del arbusto, intentando no pisar ninguna ramita y que crujiera. Sería el fin de mis días…y de mi orgullo.

-          ¡Sue!- escuché dentro de la casa.

Oh diablos. Me había olvidado por completo que Genevieve estaba en casa. Me quedé quieta, quizás, esperando. Tan solo rogara porque Josh no haya oído nada…

Different MindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora