¿Será el indicado?

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 Tyler

 

Crucé la calle sin antes mirar a los lados como todo buen peatón debe hacer. Sentía que mis piernas iban a flaquear a cada instante el que me acercaba al acogedor restaurante al aire libre. Tragué saliva. Rayos, estaba sudando. Estúpidas glándulas sudoríparas ¿No pueden controlarse por un momento? Oh por Dios, ya me vio, ya me vio, ya me vio. Dios mío, luce tan guapo en ese conjunto, tan formal, tan clásico…tan…hermoso ¡Basta! Basta Tyler, solo es una cita entre amigos ¿ok? “Amigos” en ningún lado dice “Novio”. Oh…novio ¿Se convertirá él en mí novio? Ya Tyler, bájate de esa nube y encierra tus ilusiones en su jaula que este no es un buen momento para eso.

Marcus se levantó justo al verme, para rodear la mesa y saludarme con un apretón de manos. Se le veía demasiado sonriente…y me gustaba así. Jamás lo había visto sonreír tanto aunque apenas lo conozca desde hace un mes. Su cabello castaño corto pero bien peinado y sus patillas tan bien afeitadas…por Dios, este chico tenía clase.

-          ¿Cómo estás?- preguntó aún con aquella sonrisa pegada en su rostro.

-          B-Bien, bien-vacilé. Demonios ¿Por qué cuando estoy nervioso me pongo como un disco rayado?-. ¿Y-Y tú?

-          De maravilla- levantó su comisura derecha, revelando una media sonrisa-. ¿Quieres algo de tomar?- de inmediato chasqueó los dedos al aire, llamando a un mesero. Oh, pero que atento.

-          Eh…yo…- decía un tanto cohibido por la confianza de Marcus que simplemente tomé el menú que estaba frente a mí, intentando encontrar la sección de bebidas pero por una extraña circunstancia no me concentraba en la lectura.

Antes de que pudiera articular algo, ya el camarero estaba frente a mí con la libreta lista para anotar. Demonios, no era bueno en esto.

-          Malteada- dije sin pensar-. D-De chocolate…por favor.

Pude notar la mirada suspicaz del mesero antes de anotar el pedido en su libreta. Regresé mi vista hacia la mesa, dando un gran respiro, pero volvió a detenerse cuando vi que Marcus me estaba mirando con una mueca burlona. Oh, oh ¿Ya lo arruiné?

-          ¿Te gustan las malteadas?- interrogó con cierta broma en su pregunta.

-          Eh…si- afirmé intentando ocultar el miedo en mi voz.

-          Jamás había conocido a un chico que pidiera una malteada en un restaurante italiano- contestó, aún sonriente, pero supe que ese gesto no era de burla sino de ternura.

Esperen, alto todo el mundo ¿Es un restaurante italiano? ¿Enserio? Giré mi cuello hacia donde me encontraba y por supuesto, la decoración era al estilo gótico de Italia pero no tan recargado como el movimiento artístico. Me giré de nuevo hacia Marcus, su gesto cariñoso aún seguía en sus labios.

-          No sabía que estábamos en un restaurante italiano- confesé con toda la verdad del mundo. Ambos estallamos a carcajadas. La verdad es que fue gracioso.

-          Supongo que estabas distraído- contestó mientras bebía al parecer agua mineral.

“O muy nervioso” me dije para mis adentros.

-          Eh si, suelo estar distraído algunas veces- acerté. “O todo el tiempo” pensé.

-          Entonces, dejare las formalidades de lado- declaró y apoyó ambos codos en la mesa, sus manos entrelazadas rozaban con su barbilla-. Y pediré una malteada de vainilla- se coló una sonrisa en sus facciones y también en las mías-. Camarero, una malteada de vainilla por favor.

No pude dejar escapar una risilla entre mis dientes. Marcus rió conmigo. Por Dios, era muy encantador…además de apuesto. Sabía que el camarero nos estaba mirando como unos enfermos mentales pero ¿Qué importa? Estaba con la persona que tenía gustos similares a los míos así que, al diablo con él. Dejó en nuestra mesa los grandes y fríos tarros de chocolate y vainilla además de dos envases de sirope. Pase la lengua entre mis dedos al mirar aquel gran tarro lleno de espesa y embriagante malteada de chocolate. Estaba en el paraíso.

-          Te ves bien cuando te sonrojas- argumentó Marcus, bebiendo de su malteada.

¿Qué? ¿Estaba sonrojado? ¡Ay, mi madre! ¿Por qué? De seguro era un tomate con una peluca rubia en este momento. Ay Dios, que embarazoso.

-          Eh…eh lo siento- me disculpé con una mueca tímida-. N-No suele pasarme muy a menudo, S-Solo en…en algunas ocasiones…

-          ¿Cuándo estas nervioso?- me interrumpió.

Y dio justo en el blanco. Demonios, este chico se hacía el tonto pero estaba pendiente de hasta los más mínimos detalles…igual…igual que yo.

-          Eh…no-moví la cabeza en forma de negación-. Yo no…no estoy nervioso- alegué haciendo reír a Marcus.

-          No tienes por qué aparentar algo que es evidente- musitó y bebió un poco de su malteada, al terminar, un rastro de vainilla se quedó en su comisura izquierda.

Con señas, intenté decirle que se había manchado pero él no parecía comprender, así que cogí la servilleta, la doble en un triángulo y me acerqué a la mesa y llegar hasta sus labios, limpiando la zona manchada con delicadeza. Marcus se había tensado por unos minutos pero luego aquella tierna sonrisa volvió aparecer.

-          Es que…te habías ensuciado- expliqué brevemente.

-          Gracias, Ty- dijo con gratitud, sus ojos brillosos.

Y mi corazón había acelerado con aquella mirada ojiazul.

Different MindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora